El Papa Francisco ha recordado y elogiado este domingo desde la plaza de San Pedro al sacerdote zamorano Manuel Blanco, quien falleció el pasado jueves y fue su confesor.
"El otro día falleció el padre Manuel Blanco, un franciscano que desde hacía 44 años vivía en la iglesia de los 'Santi Quaranta Martiri y San Pasquale Baylon' en Roma", ha explicado el Pontífice, quien ha elogiado al cura como "superior, confesor y consejero".
Asimismo, ha revelado que antes del Ángelus había acudido a rezar ante el féretro del cura zamorano en la iglesia en la que este vivía, en el romano barrio de Trastevere.
Por otra parte, Francisco ha pedido como cada domingo oraciones por la paz, "especialmente por Ucrania, Palestina e Israel", al tiempo que ha instado a los líderes políticos a adoptar "la única solución pacífica" que hay para poner fin a las guerras que es "negociar".
"Que el Espíritu Santo ilumine las mentes de los gobernantes e infunda en ellos sabiduría y sentido de responsabilidad, para evitar toda acción o palabras que alimenten los desencuentros, y apuntar hacia una única solución pacífica, que es que hay que negociar", ha señalado el Pontífice.
Así, ha instado a rezar por el fin de los conflictos en todo el mundo: "Recemos por la paz: Palestina, Gaza, norte del Congo, oremos por la paz. La paz en la martirizada Ucrania que sufre tanto, que llegue la paz".
En el Evangelio de este domingo, que narra la tempestad a la que tuvieron hacer frente Jesús y sus discípulos en una barca en el lago Tiberiades, el Papa ha aprovechado para hacer un llamamiento a la "confianza en la fuerza de la fe".
Tras la tempestad, según ha señalado, los discípulos son "más conscientes del poder de Jesús y de su presencia en medio de ellos y, por tanto, más fuertes y dispuestos a afrontar otros obstáculos y dificultades, incluido el miedo a aventurarse a proclamar el Evangelio".
Así, ha subrayado que no "los deja solos" sino que se queda con ellos "en la barca, tranquilo, incluso durmiendo". "Y cuando estalla la tormenta, con su presencia los tranquiliza, los anima, los incita a tener más fe y los acompaña más allá del peligro", ha apuntado.
Francisco ha concluido que "habiendo superado esta prueba con Él, sabrán afrontar muchas otras, incluso hasta la cruz y el martirio, para llevar el Evangelio a todos los pueblos".
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