Bodas de Oro casi pasadas por agua para la Hermandad del Espíritu Santo. La tarde calaba la ciudad y la incertidumbre se cernía sobre el desfile en las horas previas. Recorrido corto, inicio más tarde e incluso la suspensión se barajaba mientras los hermanos aguardaban en el huerto.
Finalmente, se tomó la decisión del recorrido corto para poder vestir las calles de fe en un Viernes de Pasión de especial relevancia. Los hermanos, farol en mano, pusieron paso firme hacia la cuesta del Mercadillo, la misma que los vería descender en este recorrido corto.
Los hermanos de fila, calados de incertidumbre en una noche agradable pese a las premisas, acompañaban un año más al Cristo del Espíritu Santo. La Catedral aguardaba ya la llegada al atrio de la Catedral con una torre del Salvador que ya miraba de reojo las primeras cruces que llegaban al final de la cuesta.
Entonces llegó el silencio, un silencio casi obligado para que ni si quiera el cielo escuchase el 'Christus factus est' y se pusiese a llorar de lluvia en un momento de máxima emoción para la Hermandad en su Bodas de Oro.
El cielo respeta y la vuelta, aunque corta sentida por recibir el fervor de unas calles empedradas que viven su primer día de Pasión.
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