Cofradía de carácter devocional cuyos orígenes, aún por datar exactamente, se remontan al menos al año 1562, si bien existen documentos de 1.544 sobre la celebración de una procesión del ‘Encuentro’ que tenía su salida del desaparecido Convento de Santo Domingo.
Es a partir de 1.776 cuando podemos seguir sus vicisitudes, bien con épocas de relativo esplendor referidas a este tiempo, bien a épocas de penuria como las que se sucedieron en la primara mitad del siglo XIX.
Tras un lento proceso de recuperación iniciado en 1851, el aumento de sus cofrades y el impulso al desarrollo de su aparato procesional configuran una idiosincrasia que hace hoy de esta Cofradía una de las más atractivas y queridas en la Ciudad. Tiene su sede en la Parroquia de Santa María de la Horta.
Las imágenes salen a la calle el Domingo de Resurrección desde la referida iglesia sede a las nueve de la mañana, a los sones del himno nacional y lo hacen siguiendo recorridos diferentes. El Resucitado, imagen titular, acompañado por el tamborilero de la Cofradía con música festiva sigue un itinerario, y La Virgen del Encuentro, con manto negro, y marchas fúnebres, recorre las calles por otro distinto hasta llegar a la Plaza Mayor donde se reúne con el Resucitado.
Allí se celebra el ‘Encuentro’, entre una súbita explosión de alegría, tiros de escopeta con salvas desde los balcones (lo que algunos han relacionado con las antiguas suizas o ‘zuizas’, manera de gastar el dinero sobrante en pólvora), y tras efectuar la Reverencia, se sigue por Balborraz y La Plata hasta realizar su entrada en el templo de salida. Al finalizar la procesión se celebra misa mayor y tras ésta los mayordomos del año convidan a las autoridades, cofrades y resto del barrio donde se asienta la cofradía a un refrigerio de frutos secos, pastas y bebidas.
Tras lo cual es acostumbrado acudir a uno de los numerosos bares y restaurantes zamoranos a degustar el plato típico del día, consistente en dos huevos con pan fritos, más una carne magra de cerdo, escoltados de dos torrijas: el famoso ‘dos y pingada’.
La mayor parte del recorrido se desarrolla por calles típicas, la antigua Puebla del Valle del medievo, lugar donde se asentaban la mayoría de los gremios artesanales y que aún en la actualidad conservan reminiscencias de aquel pasado medieval: casas bajas y calles empedradas.
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