Stop Biogás asegura que las plantas de biogás en Zamora son un reflejo de los fracasos de Alemania

La plataforma ha emitido un nuevo comunicando alertando de los riesgos asociados a estos proyectos

03 ene 2025 - 11:42
Imagen de la manifestación en contra de la planta de biogás en Junquera de Tera.
Imagen de la manifestación en contra de la planta de biogás en Junquera de Tera.

La Plataforma Stop Biogás ha emitido un nuevo comunicado alertando sobre los riesgos de las macrogranjas y las plantas de biogás en la provincia. En su comunicado, ha denunciado la proliferación de estas, la falta de visión y los riesgos asociados a estos proyectos. Advierte que España está repitiendo los mismos errores que Alemania hace décadas.

A continuación, el comunicado integro de la la Plataforma Stop Biogás: 

Alemania nos lleva 40 años de ventaja con el problema de la contaminación de los  acuíferos por nitratos.  

 De hecho, ya en el año 86 tuvieron que empezar a canalizar agua potable para  abastecer grandes zonas rurales, al ser conscientes de que sus acuíferos se habían  contaminado con los nitratos del purín procedente del crecimiento descontrolado de la  industria porcina.  

 En España esta industria siguió los pasos de Alemania en Cataluña y en Aragón, en  muchos lugares de estas comunidades ya no tiene cabida ni una sola granja de cerdos más  y la normativa es más restrictiva. 

 Con cierto retraso este “progreso” llegó a Zamora, donde en los últimos años la  proliferación de las macrogranjas porcinas ha sido a todas luces desmesurada (en el  periodo 2015/2023 aumentó la cabaña porcina en casi un 40%). Por supuesto, los  problemas que se habían constatado por el uso de este sistema de granjas de cerdos con  rejillas y generación de purines, han aparecido en muchas zonas de nuestra provincia. 

 Se plantea que la instalación de plantas de biogás puede ser la solución a este  problema y se establece un paralelismo con las plantas instaladas en Alemania. Pero  olvidando que la inmensa mayor parte de las plantas construidas allí son pequeños  digestores de consumo local que, sin ser lo más conveniente, no tienen nada que ver con  las plantas diseñadas para Zamora. Sencillamente, son dos cosas diferentes. En cuanto a  las plantas alemanas de gran tamaño como la de Güstrow, ya explicamos con detalle  porqué tampoco producen los enormes perjuicios que las proyectadas para Zamora. Otra  vez es comparar cosas distintas. 

 Técnicamente, el transformar el carbono de la paja para después quemarlo en forma  de gas no puede considerarse como reducción de emisiones de CO2, aunque este tipo de  plantas son consideradas como sumideros de carbono. Tendrán pingües beneficios por  esta consideración al vender los derechos de emisiones. 

 Las cantidades ingentes de paja que consumirían estas plantas de biogás ahora se están  utilizando para alimentar y dar cama a la ganadería familiar en nuestros pueblos,  mejorando la calidad de las tierras al utilizarla como abono y aumentando la cantidad de  carbono que contienen los suelos, siendo un sumidero real del mismo.  

 Los abonos y enmiendas orgánicas que salen de las plantas de biogás pueden contener,  con el amparo de la ley, hasta 5 g de plástico por Kilo, 1 mg de Mercurio, 2 Mg de Plomo… y así hasta una larga lista que permitiría abonar con un cóctel de metales pesados, dioxinas y furanos, que tarde o temprano acabaríamos comiéndonos, provocando  grandes problemas de salud pública.  

Y todo ello además de no acabar con el nitrógeno del purín pues el que entra en las plantas  de biogás es casi el mismo que sale de ellas.

 La ganadería tradicional y familiar es la que realmente podría fijar población y no  espantar con su actividad a posibles nuevos habitantes. Hoy día es la que contribuye a  amortiguar la sangría de población en nuestra provincia.  

 A pesar de esto se sigue apostando por fomentar con cuantiosas ayudas el aumento  sin límites de la ganadería industrial en detrimento de la extensiva y la familiar (granjas  de tamaño proporcionado a la capacidad de carga del medio), que es en la que habría que  invertir esos recursos.  

 La ganadería extensiva además preserva un valioso legado de nuestros antepasados,  las razas autóctonas, que se encuentran en peligro de extinción y que cuentan con un  incalculable valor al adaptarse perfectamente a las condiciones de nuestro territorio,  optimizando el aprovechamiento de los recursos y siendo mucho más resistentes ante las  perturbaciones que plantea el cambio global.  

 La evolución impuesta que ha implicado pasar de una ganadería sostenible familiar a  otra basada en macrogranjas únicamente beneficia a unos pocos y ocasiona graves costes  para la salud, la economía y las tradiciones del resto de la población.  

 Vender esto como progreso es tratar de hacernos comulgar con ruedas de molino.

 

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