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Salomé Santos: "No hay nada que temer sobre el sector remolachero en el medio y largo plazo"

La directora del Área Agrícola de Azucarera considera que el cultivo ha superado “la época más oscura” y augura que los precios se situarán “en niveles mucho más razonables".

La Diputación apoya al sector de la remolacha contra el impuesto al azúcar

La campaña remolachera de Azucarera avanza a buen ritmo y ha superado ya el ecuador en Miranda, donde se prevé que la totalidad de la remolacha esté arrancada este fin de semana, y está a punto de hacerlo en su fábrica de Toro. Los augurios son muy buenos, también por ahora en La Bañeza, lo que según la directora del Área Agrícola de Azucarera parece que supone es ir “contra ciclo respecto al resto de Europa” donde otros países han tenido “una cosecha desastrosa” por culpa de las plagas o la sequía. La compañía azucarera mantiene que la remolacha es un cultivo “con muchísimo futuro”, sobre todo para aquellos jóvenes que se incorporan al campo “con una visión empresarial”, y eso pese al impuesto al azúcar, que consideran “injustificado e irresponsable” además de que ataca a un producto que genera riqueza en el mundo rural. Desde Azucarera confían en que este impuesto no pase factura en sus aspiraciones que pasan por “consolidar” el crecimiento de la superficie con la que cuentan. De hecho, su reto es alcanzar las 11.000 hectáreas la próxima campaña, lo que supondría entre mil y 1.500 más entre las tres fábricas.

Hace un mes que Azucarera inició su campaña en Miranda y Toro. ¿Qué tal se está desarrollando hasta el momento?

Hemos superado el ecuador de la campaña en Miranda, que finaliza en torno al 17 de diciembre, esperamos que esté toda la remolacha arrancada este fin de semana, y eso es una muy buena noticia porque significa que hemos podido entregar la remolacha en tiempo y con la fábrica a plena molienda, lo que es bueno porque maximizamos sacarosa al tener poco tiempo en montón la remolacha y poder acceder a las parcelas en condiciones razonables. En Toro nos queda hasta la semana de Reyes y los datos son buenos, mejores de la media de los últimos años. Parece que vamos contra ciclo respecto del resto de Europa, porque Francia, Inglaterra y parte importante de Alemania han tenido una cosecha desastrosa por ataques muy fuertes de pulgón que no han podido combatir y por las graves sequías sufridas en el periodo habitual de lluvias, con lo que van a tener una cosecha muy por debajo de la media de los últimos cinco años.

¿Tienen ya previsiones para la fábrica de La Bañeza?

En las pruebas que estamos haciendo en esta campaña los datos van en la misma tendencia que los que teníamos en Toro y Miranda, así que si la cosa no se tuerce, también para La Bañeza será una buena campaña. Lo veremos en torno al mes de febrero, que es cuando abriremos la fábrica, en cuanto tengamos una buena ventana de oportunidad meteorológica.

Con el final ya próximo en estas dos fábricas, supongo que ya tienen la mirada puesta en la próxima temporada. Teniendo en cuenta el escenario actual, ¿qué pretensiones tienen desde Azucarera?

Queremos ir recuperando la superficie que perdimos cuando cambiaron las reglas en Europa y desaparecieron las cuotas. Tuvimos que cambiar de modelo, perdimos superficie pero ya estamos en la senda de recuperación. El objetivo del próximo año es consolidar una senda de crecimiento de recuperación de superficie y lo estamos haciendo desde ya con un trabajo muy activo para explicar nuestro modelo comercial a agricultores que abandonaron el cultivo o a nuevos agricultores porque tenemos que renovar nuestra base de agricultores para garantizar la sostenibilidad de las fábricas en el medio y largo plazo. El objetivo sería superar las 11.000 hectáreas el próximo año entre las tres fábricas (ahora cuenta con casi 10.000), si es más, mejor, pero queremos marcarnos objetivos realistas, consistentes y sostenibles a lo largo del tiempo.

Con la que está cayendo, ¿cómo se consigue animar a un agricultor para que recupere o se sume al cultivo?

Nos sentamos con el agricultor a analizar su explotación y cuando tenemos un estudio, empezamos a trabajar en un modelo comercial que sea interesante para el agricultor. Una vez que cubrimos costes, compartimos ingresos en función de los rendimientos de la parcela. Es un modelo que funciona muy bien en otros cultivos, y nosotros estamos ofreciendo de forma proactiva en remolacha ya desde hace años pero este año con especial énfasis para poder incorporar a gente nueva. Lo tenemos que hacer este trimestre porque la Junta va a lanzar este mes una nueva convocatoria para que agricultores que quieran incorporarse a la remolacha puedan acogerse a la ayuda vinculada al Plan de Desarrollo Rural. Por eso es importante que ya hayamos hecho ese trabajo.

En la mente del sector está el impuesto al azúcar anunciado por el Gobierno. ¿Qué impacto empresarial prevén que pueda tener?

Esperamos que no impacte en el consumo y desde el punto de vista de la industria y su viabilidad no hay peligro pero sí hay un impacto muy negativo y absolutamente injustificado e irresponsable en la reputación de este sector y del ingrediente en sí. Hacer una campaña con el título ‘El azúcar mata’ donde se compara un sobre o un azucarillo con un cigarro es demagogia y es falso.El azúcar es natural, lo produce una planta en el campo y es esencial para el organismo, aunque hay que consumirlo de forma responsable, exactamente igual que otros alimentos. Además de ser falso, se está atacando a un sector que genera puestos de trabajo en el mundo rural y no se puede defender por un lado la España vaciada y al mismo tiempo atacar a un producto caracterizado por generar riqueza en ese ámbito. Además es muy inoportuno porque el impuesto que va asociado a las bebidas refrescantes se aplica sobre un producto que se consume especialmente en la hostelería, con lo que está sufriendo en este país como consecuencia de la pandemia.

La incertidumbre por este impuesto, ¿temen que pueda seguir reduciendo el número de profesionales del sector?

No prevemos ese efecto negativo porque por mucho que sea demagógica e injusta la campaña, tenemos el apoyo sin fisuras del Ministerio de Agricultura y de las comunidades donde están nuestras fábricas, además de todo el sector. No tememos un impacto en la reducción de siembra porque hay otros actores importantes, entre ellos la Junta o el Ministerio, que saben la importancia del sector y mantienen su apoyo sin fisuras vía ayudas.

¿Qué mensaje le lanzarían al productor en el momento actual de incertidumbre global?

Un mensaje de confianza absoluta en este cultivo porque tiene futuro. Hemos pasado ya lo peor, que fue el fin de las cuotas en el año 2017 que supuso un gran terremoto, porque hubo un cambio radical en las reglas de juego en Europa. Eso dio lugar a la caída de precios y la crisis que sufrimos en el sector, que se ha redimensionado. Pero nosotros estamos aquí, no hay nada que temer sobre este sector en el medio y en el largo plazo, porque la reestructuración se produjo en el pasado, y de cara a lo que se va a exigir en el futuro, encaja muy bien.

La incorporación al campo de la gente joven es un reto del sector, con la que está cayendo en general, ¿qué plus se les puede ofrecer?

La remolacha de media resulta más atractiva para gente joven que otros cultivos que se consideran más cómodos como el maíz, porque es más profesionalizado y tiene una rentabilidad mayor. Para los jóvenes que se incorporan al campo que lo hacen para maximizar los beneficios de su explotación, es un cultivo muy atractivo porque exige conocimiento pero, si se aplican esos conocimientos que están acumulados de muchos años en el sector, es un cultivo muy profesional y avanzado con técnicas más avanzadas que las existentes en otros cultivos más tradicionales. Además, rotando con otros cultivos, la remolacha juega un papel fundamental porque enriquece el suelo y garantiza una buena calidad del suelo. Por último, un elemento adicional es también que la remolacha se vende con un contrato ya firmado y a una industria solvente que paga en tiempo y garantiza estabilidad y seguridad económica en la cuenta de resultados. Es un cultivo con muchísimo futuro y en especial para gente que se quiere incorporarse con una visión profesional.

El año viene marcado por la crisis del COVID. Al inicio, preveían que incluso los precios pudieran ir al alza con la potenciación de los mercados más cercanos. ¿Se están cumpliendo estas expectativas?

Los precios se han estancado. La incertidumbre de los últimos meses ha hecho que toda la cadena de valor haya actuado con mucha prudencia y eso se traduce en ser conservador, lo que ha ralentizado la evolución del precio del azúcar. Cada comunidad está aplicando sus medidas y eso hace que no tenga seguridad sobre lo que va a ocurrir en los próximos meses. Afortunadamente, parece que ya se está empezando a ver la luz al final del túnel: por las vacunas y por las producciones a nivel mundial. Los países productores muy fuertes están teniendo problemas meteorológicos muy serios y se observa tendencia alcista en los precios y en el europeo se empieza a consolidar esa caída brusca en los rendimientos de este año, en Francia, Inglaterra y Alemania, de forma que va a haber menos stock y eso va a impulsar el precio al alza.

¿Se puede decir que está más cerca la posibilidad de que el precio supere los 42 euros por tonelada como anunciaron?

No hay seguridades y menos cuándo, pero sí hay seguridad sobre que se va a reiniciar la senda alcista y se podrían alcanzar niveles de precio del azúcar que significasen una rentabilidad para el agricultor medio superior a 42 euros, aunque también dependerá de las producciones, pero confiamos en que eso ocurra. Lo que está por ver es cuándo podríamos ver esa recuperación fuerte del precio.

El año pasado se alcanzó un acuerdo para que los agricultores que se comprometieran a sembrar con Azucarera los dos próximos años recibieran un complemento de 2,25 euros en la campaña 2019-2020. ¿Se prevé algún tipo de incentivo para el próximo año?

El modelo lo mantenemos y el modelo será el que marque el precio del azúcar en el momento en el que termine el ciclo de precios sobre el que se calcula el complemento y lo pagaremos en ese momento. Todavía no sabemos cuánto va a ser, porque dependerá de hasta dónde llegue la evolución del precio del azúcar. Mantenemos el incentivo del año pasado que para los agricultoresque siembran con nosotros dos años. Lo que está por determinar es cuánto va a ser el complemento vinculado al precio del azúcar este próximo año.

Hace unos meses reconoció contactos para la negociación de un nuevo AMI. ¿Hay avances al respecto?

No hemos avanzado porque, aunque nos sentamos con las opas para ver qué hacíamos, como consecuencia de la pandemia y de que el arbitraje no se ha resuelto, no ha habido avances. Por eso este año lo que hemos hecho ha sido incorporar todos los requisitos que exige el reglamento europeo sobre el mercado del azúcar a los contratos de suministro de los agricultores para que tengan seguridad jurídica absoluta. Esperamos que podamos retomar las conversaciones cuanto antes ahora que podemos, con ciertas medidas, reunirnos, y si se resuelve el arbitraje pronto, supongo que por parte de las organizaciones agrarios habrá interés en retomar esas negociaciones. Por nuestra parte hay plena disponibilidad para avanzar en un acuerdo marco que sea moderno y de progreso frente al que teníamos antes, que no sea mantener el status quo sino que incorpore mejoras en nuevas tecnologías y nuevos procedimientos que se pueden incorporar al cultivo.

Las opas escenificaron su respaldo a Acor como consecuencia de las discrepancias que surgieron en torno al precio, ¿se siente Azucarera como en un oasis?

Cada empresa tiene libertad y todo el derecho del mundo a ofrecer a los agricultores lo que cree que debe hacer conforme a su visión a medio y largo plazo y a optar por un modelo diferente. Acor ha optado por un modelo de puro precio, que es muy legítimo, y nosotros optamos por un modelo mas de integración y de garantizar una rentabilidad al cultivo teniendo en cuenta los costes de la explotación y los rendimientos previsibles. Son dos modelos distintos y los dos son atractivos. No nos sentimos aislados, sentimos que hay hueco para las dos empresas, cada una tiene derecho a ofrecer una propuesta comercial y los agricultores son también en el campo diferentes y tienen intereses distintos. Algunos pueden ser cubiertos por una propuesta y otros por otra. Las opas también pueden apoyar a quienes les parezca más oportuno en cada momento.

Precisamente con Acor se lanzó el guante para poder llegar a un acuerdo que permitiera molturar en la fábrica más cercana. ¿Aquí también está la negociación paralizada?

Todo lo que sea reducir costes y ser más eficiente como sector nos viene bien a todos. Desde esa perspectiva que estábamos dispuestos a escuchar y hacer un planteamiento en torno a un posible acuerdo de maquila entre la fábrica de Olmedo y La Bañeza, podría ser eventualmente interesante desde la perspectiva de reducción de costes y eficiencia. Siempre respetando las normas de competencia y la voluntad del agricultor, estaríamos abiertos a cualquier tipo de acuerdo que supusiera mejorar costes y ser más eficientes como sector. Pero eso que en un principio se manejó como idea no se ha traducido todavía en nada.

Por último, en el futuro inmediato está la nueva PAC. ¿cómo encaja el sector remolachero en este texto?

Lo que se va a exigir en el futuro encaja muy bien, porque vamos hacia una PAC futura agroambiental, y la remolacha es un cultivo muy favorable desde ese punto de vista porque es bueno en la rotación, muy eficiente en el uso de insumos y de agua, y un cultivo que genera muchísima riqueza en el campo. Es un cultivo sostenible y con mucho futuro, el precio del azúcar se está recuperando, hemos pasado la época más oscura y el cultivo va a ser muy remunerativo desde la perspectiva del precio que seamos capaces de pagar como industria. El apoyo de la Administración es evidente, la PAC va a estar definida de un modo muy favorable para este cultivo y los precios del azúcar ya se están recuperando y se situarán en unos niveles mucho más razonables de los que tuvimos en el momento en el que desaparecieron las cuotas.

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