Respeto y agradecimiento infinito en este pueblo de Zamora para su enfermera de los últimos 30 años: "Lloro cada dos por tres, pero era el momento"

'Auri' Gómez se despide del pueblo en el que ha prestado su labor como enfermera durante tres décadas de su vida

Auri Gómez en su mesa en el Centro de Salud de El Piñero
Auri Gómez en su mesa en el Centro de Salud de El Piñero

Pocas cosas más bonitas y honrosas para el alma hay que entregarse a los demás. Dar todo lo que uno tiene, todo su esfuerzo, su tiempo y siempre la mejor de sus sonrisas, o un hombro en el que apoyarse cuando las cosas vienen mal dadas es uno de los actos de filantropía más sencillos e importantes que una persona puede hacer. De ello no solo sabe mucho, sino que es toda una experta Áurea Gómez, o como la conocen sus vecinos y seres queridos, Auri. Esta enfermera ha dedicado casi cuatro décadas de su vida a mejorar la de los demás, los últimos 30 años en el Centro de Salud de El Piñero, donde este viernes 26 recibirá un más que merecido homenaje a toda una vida como una vecina más del pueblo.

"No me lo esperaba", confiesa a Zamora24horas, mientras asegura también sentirse "desbordada", pero "muy emocionada". "Me pongo a llorar cada dos por tres", añade con una voz, por momentos, trémula y con las emociones, como ella misma menciona, "a flor de piel". "Lo estoy pasando fatal", insiste, al pensar en que le toca despedirse de un pueblo en el que ha atendido a cuatro generaciones de vecinos durante las tres décadas que les ha dedicado. Durante todo este tiempo, la cantidad de buenos recuerdos y vivencias es infinita, pero también se han dado momentos duros en los que ha habido que echar la mirada al cielo y la mano al corazón. "Se ha perdido mucha gente", lamenta. 

Manifiesta, en este sentido, que "hemos compartido muchas cosas". Lamentablemente, no todas han sido buenas, si bien Auri es capaz de encontrar una mirada positiva incluso cuando todo parece oscuro. "Hemos sufrido pérdidas, enfermedades graves..., pero siempre con mucha fortaleza". Y es esa fortaleza que siempre ha mostrado y ha aprendido de las gentes de estos pueblos la que le está ayudando a sobrellevar esta vorágine de emociones y recuerdos que hacen brotar las lágrimas que por momentos perlan unas mejillas que en El Piñero también vieron ocultas tras la mascarilla durante la pandemia de Covid en 2020. 

"La atención nunca se detuvo, al principio nos hacíamos los EPI con bolsas de basura", afirma Auri y añade que, durante aquella complicada época, que ya parece perdida en el pasado, "muchas veces tenía que desinfectarme en el coche antes de atender a los vecinos porque no podía entrar al baño, y todavía tengo los desinfectantes en el coche". Un coche que, por otra parte, es ya el quinto con el que hace servicio. "Si algo no voy a echar de menos es la carretera", explica a este respecto. 

En este viaje vital, Auri asegura haber aprendido mucho de toda la gente con la que ha tratado, y a los que ya considera parte de su familia. "Siento perder a la gente, pero ha llegado el momento y es irremediable", comenta. Si con algo tiene que quedarse, además de esa infinidad de vivencias, es con "el cariño, el respeto, y la confianza" que, de manera recíproca, se han mostrado Auri y los vecinos de El Piñero, Cuelgamures y Fuentespreadas. Auri se va, pero se va con la cabeza alta y el "orgullo" infinito que siente al pensar, como ella misma comenta, en que "cuando les he citado para controles periódicos nunca han fallado, o si no iban a venir me avisaban". "Yo no me quería ir de un día para otro, es mi gente", explica.

Asimismo, si de algo también es consciente Auri es de las complicaciones que hay en el sector de la enfermería en Zamora en general, y en la Zamora rural, en particular. "Para este verano, tenemos un sustituto para seis enfermeras", explica y añade que también cree que las profesionales están "desencantadas de cómo están yendo las cosas". Ello no hace sino confirmar, una vez más, que el hueco que Auri dejará en la enfermería y en los pueblos a los que ha prestado servicio será imposible de llenar. Ya no solo por su elevado valor como profesional, sino también humano, tratando durante décadas a vecinos como si fueran sus propios familiares, con la dedicación y el esfuerzo de quien ama su profesión y da todo lo que tiene por hacer del mundo un lugar mejor.

"Creo que me voy a romper, no sé si podré decir una sola palabra", mencionaba la homenajeada. Pase lo que pase, este viernes será una jornada cargada de emociones y con un agradecimiento en el que todas las palabras serán pocas para una persona que lo ha dado todo por su vocación. Este viernes, 26 de julio, sus vecinos y los que han sido sus pacientes durante 30 años, le dicen 'hasta luego', pues en ningún caso podrá ser un adiós porque Auri nunca se irá del todo de El Piñero y El Piñero siempre estará alojado en lo más hondo del corazón de Auri.

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