El 26 de abril el Día de Zamora publicó un artículo de fondo titulado Despoblación y Geopolítica en el que la Asociación Terra SOStenible afirmaba que vaciar los pueblos de sus gentes, por diseño, es una táctica del sistema para asegurarse el control de los recursos y así alimentar el irracional modelo de desarrollo capitalista sin oposición alguna. Y se preguntaba: ¿cumpliremos los últimos guardianes del territorio con nuestra obligación de protegerlo del saqueo para las generaciones venideras?
Utiliza su autora el ejemplo lacerante de la multitud de minas a cielo abierto en el territorio español esperando el pistoletazo de salida para que los vampiros de turno bajo la nueva bandera pirata de la globalización puedan chuparle la sangre que le queda a esta España de todos abandonada por todos. Esas minas cuya rentabilidad requiere la destrucción masiva de los principales recursos del mundo rural el agua y el suelo, y con ello la posibilidad de subsistencia de sus habitantes, vienen de ser entronizadas en el insostenible altar de la sostenibilidad por la COP25 con el silencio cómplice del complejo industrial sin fines de lucro, o los falsos ecologistas.
Frente a la inacción política que hace posible este saqueo los habitantes rurales debemos entender que la historia rural del Siglo XXI, lejos de imponernos el papel de testigos resignados de nuestra propia extinción, nos ofrece la oportunidad de ser parte activa en la defensa de ese territorio que sigue siendo nuestro futuro y el de las generaciones venideras. Por eso es importante saber quién nos lo quiere arrebatar, cómo, por qué y para qué.
La multitudinaria manifestación el 31 de marzo de la mal llamada España vaciada, hizo pensar a algunos que el tigre rural había despertado de su letargo. La inesperada afluencia de plataformas de todas latitudes llevó a los organizadores, que habían considerado presentarse en solitario para ganar protagonismo en tanto que veteranos de la protesta antidespoblación, a capitalizar la coyuntura alimentando la natural ambición de trascender las fronteras provinciales para liderar una respuesta política a nivel nacional “tipo mareas de la España Vaciada” no precisamente neutral; algo imposible de concretar dado el adelanto imprevisto de una nueva convocatoria electoral en la que la Plataforma Teruel Existe decidió legítimamente presentarse en solitario, con el éxito que hoy conocemos. No obstante, esta precipitación de corte tribal ha aclarado lo obvio, que quien solo piensa en sí mismo carece de credibilidad para representar genuinamente la defensa de un mundo rural en su conjunto que necesita de la unidad de todos para hacer frente a los graves problemas que le aquejan.
Es así como en el marco del I Encuentro de Plataformas Rurales sobre Usurpación del Territorio y la Gobernanza Global convocado por Terra SOStenible el 7 de diciembre en Madrid, se dedicó una buena parte del tiempo a explorar la vía política a corto plazo, llegando a la conclusión de que la defensa eficaz del territorio y la corrección de los desequilibrios territoriales exige asumir ante todo el ejercicio real de la soberanía sobre ese territorio. Por suerte, la figura legal que nos aporta esa soberanía es la comarcalización prevista en todos los Estatutos de Autonomía del Estado. Tema que se seguirá profundizando en siguientes encuentros. Contrariamente a Teruel Existe, estas plataformas no creen que los rurales tengamos que mendigar un pacto de Estado sobre despoblación a los políticos, si no forzar políticas de respeto a nuestros derechos desde la política en el sentido más amplio del término. El mundo rural suma un tercio de los escaños en el Congreso y tiene intención de ocuparlos ya.
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