Resultó algo especial, como también especial era el fin al que estaba destinado este desfile y la recaudación que se obtuviera, que iba destinada íntegramente para la Fundación Leticia Rosino para que siga trabajando en las acciones que sus promotores tienen previsto ir realizando.
La Plaza Mayor, se vistió de gala, representaba ese marco idóneo que la diseñadora nada más verlo, quiso que su desfile se celebrara en ella, porque era el lugar ideal en el que sus diseños podían resaltar más, trajes de época en un entorno que también cuenta con su historia propia.
Sin duda, además de las prendas que con tanto mimo ha ido diseñando Pepita, hay que resaltar a todos y cada uno de los modelos que se prestaron para colaborar en esta actividad. Nunca cada uno de ellos se podía imaginar verse en algo parecido y seguramente tampoco volverán a hacerlo, por eso la naturalidad y la espontaneidad con la que fueron luciendo cada uno de los modelos, fue digna de resaltar.
Desde los niños más pequeños hasta los más veteranos, supieron ponerse en el papel de esos divos y divas de la pasarela y entre los aplausos de los suyos y también en momentos especiales algunos vítores, fueron luciendo el palmito como mejor sabían y podían y el resultado fue como se esperaba, muy profesional.
También la plaza se encontraba llena de gente porque además de las sillas que se dispusieron para que los espectadores, se encontraran cómodos mientras se pasaban todos los trajes, muchos vieron el desfile de pie, por lo que más de medio centenar largo de personas, disfrutaron con el espectáculo de la pasarela.
Para esta ocasión, Pepita había dispuesto más de 250 de sus creaciones, desde trajes de diferentes épocas, de distintas tendencias y sobre todo con mucho colorido, sirvieron para que el medio centenar largo de modelos pudieran pasar una media de cinco modelos cada uno.
El back stage, se improvisó en la guardería que hay en los bajos del ayuntamiento, allí Pepita y su equipo de ayudantes fueron colocando con esmero cada uno de los vestidos y trajes ordenándolos para que en el momento que los modelos llegaran para hacer un cambio, estuviera todo dispuesto, no solo el traje que se tenían que poner, también los complementos que cada uno llevaba y de esa forma todo salió a la perfección, como se esperaba.
Después de más de una hora de desfile, los niños y algunas jóvenes con trajes de zíngaros, fueron los que dieron el broche final a esta bonita pasarela que ha roto un poco las actividades que periódicamente se vienen a hacer en pueblos como Tábara y que representan una manera de hacer las cosas de una forma diferente y sobre todo, saber hacerlas bien.
Todos los modelos que habían participado en el desfile con el último traje que habían mostrado, salieron a la pasarela para agradecer con sus aplausos a los asistentes el aliento que habían sabido transmitirles y formaron una doble fila, dejando libre la moqueta central para que a través de ella, Pepita y sus ayudantas Goyi Rosa y María Ángeles, recibieran el cariñoso reconocimiento que le brindaron todos los que estuvieron presenciando la pasarela.
De manos de Inma Andrés recibieron un ramo de flores en agradecimiento por su iniciativa y por su trabajo a favor de la fundación que lleva el nombre de su hija, y para Leticia, también hubo ese ramo de flores que recogió a través de su madre y que representaba el cariño con el que todos la recordamos.
Gracias Pepita, gracias modelos y a quienes con vuestra presencia, habéis contribuido a que este acto tenga el realce que merecía.