Las Lagunas de Villafáfila, ubicadas al noreste de la provincia de Zamora, en plena Tierra de Campos, constituyen uno de los más importantes humedales españoles y, sin duda, el más significativo enclave para las aves acuáticas, esteparias y migratorias de Castilla y León. Este complejo lagunar, que está formado por tres lagunas principales – Salina Grande, Barillos y Salinas- y otra serie de pequeños humedales, está enclavado alrededor de la cuenca del río Salado.
La Reserva de las Lagunas de Villafáfila tiene una extensión de más de 32.000 hectáreas y engloba once términos municipales: Cañizo, Cerecinos de Campos, Manganeses de la Lampreana, Revellinos, San Agustín del Pozo, San Martín de Valderaduey, Tapioles, Villafáfila, Villalba de la Lampreada, Villárdiga y Villarrín de Campos. Fue declarada Reserva Regional de Caza en marzo del 86 y, en septiembre del 87, fue declarada Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA). Además, está incluida en el Convenio Internacional de Zonas Húmedas de Ramsar. En el año 2006, se declaró Reserva Natural, pasando este importante ecosistema a integrarse en la Red de Espacios Naturales de Castilla y León, y el 14 de septiembre de 2015 se declaró ZEC (Zona de Especial Conservación).
Se trata de un espacio natural único y de extraordinario valor a nivel mundial. La situación geográfica en la que se encuentran las convierten en un punto medio estratégico de las rutas migratorias de cientos de especies avícolas que migran desde toda Europa hasta Doñana, Norte de África y las grandes zonas costeras de Mauritania, lo que provoca las grandes concentraciones de aves invernantes en estas fechas.
La especie principal que podemos encontrar en este humedal es el ánsar común, conocido en Zamora como ‘pata grande’, pudiéndose concentrar en esta época del año hasta 20.000 ejemplares, además de grullas, ánade real o azulón, pato cuchara, focha, garza real, etc., y junto a esta gran variedad de aves asociadas al agua convive además una comunidad de aves diferente, colonizadora de los grandes espacios abiertos y secos, la avutarda, Otis tarda, que mantiene aquí la mayor población del mundo. Todo ello hace de este humedal un lugar ideal para los amantes de la naturaleza por su valor ornitológico y paisajístico.
La Consejería de Fomento y Medio Ambiente ha dispuesto de una serie de equipamientos de uso público para compatibilizar el mantenimiento de estos valores únicos con el uso ordenado del espacio, como la Casa del Parque ‘El Palomar’, creada en 1995 para orientar a los visitantes sobre las características ecológicas de la reserva. La reserva también cuenta con tres observatorios en las localidades de Sariegos, Revellinos y Villarrín, desde donde se puede observar las aves sin interferencias para la fauna. Las máximas concentraciones de avifauna se alcanzan entre noviembre y febrero y la mayor diversidad entre abril y junio. Los mejores momentos para la observación son el mediodía y el atardecer cuando las aves entran en las lagunas para sestear y dormir. Este centro, a lo largo de 2015, tuvo más de 35.000 visitantes de 27 nacionalidades diferentes, razón por la que se han creado últimamente 136 plazas hoteleras y siete restaurantes en la zona.
Mejora ambiental y labores de conservación del hábitat
Uno de los retos más importantes que sin duda afronta un espacio de estas características es compatibilizar el mantenimiento de estos valores naturales únicos, con el uso público ordenado del espacio: el reto de ofrecer al visitante las mejores condiciones para que disfrute al máximo de su estancia en la Reserva Natural y el reto de que esta afluencia de público no afecte a la buena salud y conservación del ecosistema.
A su vez, la Consejería de Fomento y Medio Ambiente ha centrado su esfuerzo inversor en mantener la infraestructura de uso público existente. La inversión ha sido de 130.000 euros destinados a mantener abierta la Casa del Parque, modernizar el sistema de cámaras existente en ella y el mantenimiento del resto de infraestructuras de uso público: señales, observatorios, áreas recreativas, etc.
También, y en colaboración con la Caixa, se han dispuesto medidas para reducir las poblaciones de topillo mediante el incremento de depredadores especializados (lechuza y cernícalos). Esta labor se decidió acometer dado los buenos resultados obtenidos en un programa experimental de control biológico de plagas de topillos, realizado por el GREFA en parte de la Reserva en el 2012 y cuyo objetivo principal del proyecto era aumentar la densidad de rapaces depredadoras de topillos como cernícalo vulgar y lechuza común, actuando sobre un factor clave que limita sus poblaciones en medios deforestados, como es la escasez de sustratos de nidificación. Con esa aportación se han instalado nidales en los pastizales salinos que bordean las lagunas en colaboración con los ayuntamientos de Villafáfila, Revellinos y Villarrín.
Finalmente, y en colaboración con los ayuntamientos y cazadores se han acometido mejoras en el medio, instalándose doce bebederos en zonas donde el agua limita le presencia de especies cinegéticas, además de ejecutar un plan de control del conejo, especie que causa actualmente el 86 % de los daños ocasionados por la fauna en la Reserva. Con estas actuaciones se han eliminado más de 1.000 conejos y se ha logrado estabilizar la cuantía de los daños provocados por éstos en los últimos tres años. Estos daños son abonados por la Junta de Castilla y León al producirse en una Reserva Regional de Caza.