Entre los residuos encontrados aparecen las colillas en las proximidades de los aparcamientos de Ñabal del Pozo, donde comenzó la actividad, y el aparcamiento de A Llagona de Peixes, donde terminó.
Durante el recorrido también se encontraron restos de objetos relacionados con la caza como son cartuchos. La caza deportiva en España es una actividad de recreo que se cobra más de 20 millones de piezas al año, según el Anuario del Ministerio para la Transición Ecológica. La cantidad de plomo empleada para abatir 13 millones de aves, seis de mamíferos pequeños y 600.000 trofeos de caza mayor implica un alto impacto ambiental en forma de 6.000 toneladas de emisiones de este metal tóxico: un "riesgo para la salud humana y el medio ambiente", como ha concluido la Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA) en un informe solicitado por la Comisión Europea.
El problema potencial de residuos tóxicos que describe la ECHA se extiende por el 86% del territorio español. Los terrenos cinegéticos suman 43,8 millones de hectáreas de los 50,6 millones que componen España, según los datos del Gobierno. El 99% de los perdigones disparados para cazar aves no alcanza el cuerpo de la pieza y queda diseminado, recuerda la Agencia.
También se pudieron observar más de 15 motos circulando por el corazón del parque natural en el entorno de Vega de Tera y Vega de Conde y desde la organización advierten que van a solicitar información a las autoridades ambientales competentes para comprobar si estas acciones son legales, porque hay que tener en cuenta que erosionan caminos, destinados a senderistas, y deterioran ecosistema dificultando la vida de la flora y fauna local, incluso de la ganadería.