De localizaciones semivacías a auténticos hervideros de vida. Los pueblos representan en este mes que acabamos de estrenar el cambio drástico al que, lamentablemente, cada vez estamos más acostumbrados. Agosto representa el reencuentro, la mezcla entre la vitalidad de la juventud y la nostalgia de los curtidos en años trabajando una tierra cada vez más yerma. Agosto representa, en definitiva, un oasis de paz en tierras castellanas que cabalga entre el sosiego del hogar familiar y el ritmo de la calle.
Un ritmo que, en el caso de Argusino, quedó en suspenso. El pueblo tuvo que renunciar, hace ya la friolera de 52 años, al bullicio de sus gentes, al trasiego de carros y ganado, a las chiquilladas de los infantes. Un pueblo cuyo núcleo descansa bajo las aguas de la presa de Almendra, mientras el resto de su término fue absorbido por los municipios vecinos. Sólo la ermita resiste, en medio de la explanada de acceso al pueblo, como lugar de recuerdo y reunión para los nativos y descendientes. Mientras Sayago hierve entre mercados, torneos y citas deportivas y música nocturna, Argusino resurge entre recuerdos, representaciones y cenas de hermandad.
Siguiendo con la tradición iniciada en la celebración del cincuenta aniversario de la desaparición del pueblo, la Asociación Cultural Argusino Vive ha apostado, dentro de su agenda de actividades, por una jornada de convivencia abierta a todos los allegados o conmovidos con su historia.
El sábado, 10 de agosto, Argusino volverá a sentir la ilusión de sus gentes con un programa pensado para toda la familia. Serán los más pequeños los que den inicio a la tarde con la realización de talleres de manualidades (17:30h.) “made in Argusino”. Unas actividades que podrán complementar con la realización de un taller de primeros auxilios de RCP y PLS. Los niños tendrán así la oportunidad de practicar con simuladores médicos técnicas de reanimación cardio-pulmonar y posición lateral de seguridad.
Será Carlos Herrero (18:30h.) quien tome las riendas de los principales actos de la mano de sus rabeles, flautas, cántaros y panderos. Uno de los artífices de la creación de El Náan llegará a tierras sayaguesas con su música trashumante; toda una oda en forma de letras, ritmos arcaicos paganos y salvajes a la cultura popular, rural y castellana, esa que sufre cada día más los efectos de una despoblación que Herrero tampoco obvia.
Donde hay música, hay vida. Y donde hay vida, emergen las historias. Crónicas al fin y al cabo del día a día, litigios, y anécdotas implícitas como las que llegarán de la mano de la compañía de teatro Mejor con Arte (20:00h.). Su representación “Las bodas del agua” ha sido totalmente creada y personalizada sobre el pueblo de Argusino. Para los actores y creadores de la misma han acudido al archivo histórico de Simancas, donde se recoge buena parte de la documentación utilizada que, en combinación con la tradición oral, da lugar a una historia trágica con puntos de comedia, marcada por una puesta en escena minimalista y una potente creación musical.
La jornada se cerrará con una cena de hermanamiento en la pradera de la ermita de la Santa Cruz, amenizada por la música del grupo Molofolk.
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