Un viejo dicho del refranero dice que 'somos lo que comemos', puesto que el mantenimiento de una dieta variada y equilibrada es una condición para estar sanos. Pero también lo que bebemos, en tanto que el agua es un elemento intrínseco al correcto funcionamiento de nuestro cuerpo. Además de ser el principal componente de nuestro organismo –representa en torno al 60%–, desempeña funciones muy relevantes como la intervención en la regulación térmica, la función linfática o la secreción de desechos, entre otras, según informa el diario El Confidencial.
Su importancia es tan vital que los nutricionistas insisten constantemente en que se deben ingerir entre 1,5 y 2 litros diarios. Una recomendación que en verano adquiere más relevancia, tal y como nos recuerdan cada temporada los medios de comunicación, los distintos especialistas y organizaciones. Sin ir más lejos el Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos aconseja "beber agua sin esperar a tener sed, consumir entre 2 y 2,5 litros de agua e hidratarnos antes, durante y después de la realización de actividad y ejercicio físico, aunque sea de forma moderada". Sin embargo, dichas recomendaciones caen en saco roto en nuestro país, según las conclusiones del estudio 'Hábitos de consumo de bebidas y su asociación con la ingesta total de agua y energía en la población española: resultados del estudio científico ANIBES'. Y es que "el 75% de los españoles no alcanza las recomendaciones de ingesta adecuada de agua propuestas por la EFSA, que indica que en adultos debe ser de 2,5 litros/día para hombres y 2,0 litros/día para mujeres".
El sabor insípido que proporciona el agua es posiblemente el motivo que provoca el rechazo de un gran número de consumidores, muchos de los cuales han hallado en las aguas saborizadas, infusionadas o de frutas una excelente alternativa para alcanzar las recomendaciones diarias. A priori, estas bebidas reúnen en el mismo formato dos de los productos más saludables de la pirámide alimentaria: el agua y la fruta, por lo que su ingesta se presume de lo más saludable.
Además, se presentan mucho más refrescantes. A lo que se añade que cada vez tienen a su disposición más opciones entre las que elegir, pues cada cierto tiempo saltan a la palestra nuevos sabores ideados por diferentes marcas: de limón, kiwi, naranja... Claro que ¿son igual de saludables y funcionales que el agua? Rotundamente, no. Según la OCU, "aunque se encuentran junto a las aguas minerales naturales, en realidad son refrescos y deberían estar junto a las bebidas de naranja y colas".
A pesar de que el marketing las presenta como una opción tan saludable como el agua mineral y con un sabor más atrayente, lo cierto es que les queda un largo camino para igualarla. Basta con detenernos a leer la etiqueta para comprobar que realmente no son aguas minerales naturales, puesto que contienen aditivos como aromatizantes o conservantes. La buena noticia es que no llevan azúcares añadidos, sino edulcorantes artificiales, por lo que no regalan un gran contenido calórico, tal y como apunta la OCU.
Asimismo, la mayoría de las versiones de estas bebidas no contienen agua procedente del manantial del que se surte la marca habitualmente (en realidad, no existe ninguno del que emanen aguas con sabores diferentes), tal y como quieren hacernos creer. Y "como no hay ninguna norma que lo exija y los fabricantes tampoco están obligados a declarar de dónde procede, podrían envasar el agua de otra procedencia si quisieran", afirma la OCU. Tampoco el precio se asemeja al agua mineral natural, pues las saborizadas cuestan significativamente más. Según la OCU, "las aguas aromatizadas valen entre 0,90 y 2,30 €/l o el triple (o incluso más) de lo que cuesta el agua envasada mineral natural de la misma marca".
Como estas bebidas de frutas se acercan más a la idea de refresco que de agua, siendo poco saludables, lo recomendable es optar por hacerlas en casa, cuya elaboración es además muy sencilla. Debemos tener en cuenta que son infusiones en frío, ni zumos ni batidos, por lo que la cantidad de ingredientes debe ser menor. Para que estos transfieran el gusto, el aroma y, por lo tanto, el agua coja el sabor, es necesario dejarlos macerar, al menos, doce horas en la nevera. Respecto al tamaño, tenéis la opción de agregar trozos grandes, rodajas más pequeñas e incluso podéis machacarlos en el mortero, en cuyo caso el jugo resultante conferirá más sabor al agua. No reclaman la adicción de azúcares, pues las frutas ya tienen bastante grado de dulzor. No obstante, si su gusto final se os antoja amargo, podéis recurrir a la miel, a la estevia e incluso a los edulcorantes líquidos. Para darle un toque aromático y otros matices gustativos, podéis agregar hierbas aromáticas como cilantro, albahaca, menta o salvia. A la hora de combinar o elegir las frutas, no hay reglas establecidas, pues hay tantas elecciones como gustos. He aquí algunas ideas:
Limón, arándanos y menta
Lima, pomelo y albahaca
Piña, menta y jengibre
Sandía, melón y menta
Pera y salvia
Moras, lima y naranja
Fresas, limón y albahaca
Limón, granada y romero
Nectarina, sandía y arándanos
Kiwi, coco y manzana