Clara es una de las tantas profesionales del sector sanitario que se encuentra de baja tras haber dado positivo en coronavirus. Natural de Castilla-La Mancha, se desplazó a Madrid, donde ya había trabajado, para colaborar en la lucha contra la pandemia.
Para vivir, esta enfermera decidió alquilar una habitación en un piso compartido en el que ya se había alojado durante los meses de diciembre y enero, fechas en las que también estuvo trabajando en la capital de España. El acuerdo al que llegó fue verbal, sin contrato de por medio, como tanto pasa en este tipo de viviendas.
Sin embargo, y tal y como cuenta en Al Rojo Vivo de La Sexta, el problema ha venido que, cuando contrajo el coronavirus, su casero -que residía con ella- la echó del piso, asegurándole que “era una egoísta” y que “podía contagiarles a todos”. Clara llamó a la Policía, quienes le explicaron que no debía abandonar la vivienda, aunque ahora era ella la que no quería permanecer ahí si tenía otra opción.
Fue entonces cuando apareció el sindicato de enfermería Satse, a los que Clara también llamó. Tras unas rápidas gestiones, le consiguieron una habitación en el hotel medicalizado ‘Colón’ de la Comunidad de Madrid, donde está pasando la cuarentena y con un “servicio increíble”, dando las gracias al personal por el trato.
Clara se queja amargamente de que tanto su casero como sus compañeros de piso eran “de esos que salían puntuales a las 20:00 a aplaudir a los sanitarios", y lamenta que haya tenido una sensación de “rechazo y repudio grande”, afirmando que entiende que la gente le tenga miedo a la enfermedad pero matizando que “las maneras de decirlo no fueron muy ortodoxas”.
Lo que a esta enfermera le gustaría es que en el próximo test dé negativo para volver a luchar en primera línea nuevamente, aseverando que los sanitarios tienen "un sentido de responsabilidad moral, aunque los medios no sean los mejores": "Hay que hacerlo, y nuestro deber es ese".
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