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Hipertensión arterial: prevención y tratamiento

Si te han diagnosticado hipertensión, te conviene modificar algunos hábitos para reducir tu presión arterial y mantener a raya otros factores de riesgo que pueden agravar tu riesgo vascular.

Una doctora toma la tensión a una paciente

La hipertensión es el enemigo silencioso por antonomasia: una persona con la tensión alta no suele ser consciente de ello. El organismo se adapta poco a poco y las consecuencias solo se notan a largo plazo. Casi la mitad de los infartos de miocardio o de los ictus se relacionan con la hipertensión arterial mantenida en el tiempo.

Se habla de hipertensión cuando las mediciones de la tensión arterial arrojan unas cifras iguales o superiores a 140 mmHg (milímetros de mercurio) de máxima (presión "sistólica") o 90 mmHg de mínima (presión "diastólica").

La hipertensión es, junto con otras variables, uno de los factores de riesgo más importantes que influyen en lo que los médicos denominan riesgo cardiovascular, el cual se define como la probabilidad de morir por enfermedad cardiovascular (infarto de corazón, un ictus cerebral, etc.) en un periodo de 10 años. Es este nivel de riesgo cardiovascular lo que finalmente determina el tratamiento de la hipertensión arterial.

En la inmensa mayoría de los casos la hipertensión es "esencial", es decir, no se debe a ningún otro proceso o enfermedad. Hay, eso sí, una importante predisposición familiar y se conocen, además, algunos factores que la favorecen: el sedentarismo, el sobrepeso, tomar mucha sal y/o alcohol o el estrés mantenido.

Las otras variables que sumadas a la hipertensión contribuyen a aumentar el riesgo cardiovascular son: los niveles de colesterol alto, la diabetes, la obesidad, el tabaquismo, el sedentarismo, los antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular y la edad.

Evidentemente sobre algunos de estos factores no se pueden influir ya que no se puede alterar ni la edad, ni los antecedentes familiares. Pero sobre el resto de los factores sí que se puede actuar y es muy importante modificar aquellos hábitos que permitan tanto reducir la tensión arterial como mantener a raya estos otros factores.

Cuáles son los valores normales de la presión arterial 

Se habla de hipertensión cuando las mediciones de la tensión arterial indican unas cifras iguales o superiores a 140 mmHg de máxima o 90 mmHg de mínima. Pero según lo elevado de las cifras de tensión arterial se diferencian distintos niveles:

  • Óptima: presión arterial sistólica inferior a 120 y diastólica inferior a 80.
  • Normal: presión arterial sistólica inferior a 130 y/o diastólica inferior a 85.
  • Normal-alta: presión arterial sistólica entre 130-139 y/o diastólica entre 85-89.
  • Hipertensión grado 1: presión arterial sistólica entre 140-159 y/o diastólica entre 90-99.
  • Hipertensión grado 2: presión arterial sistólica entre 160-179 y/o diastólica entre 100-109.
  • Hipertensión grado 3: presión arterial sistólica igual o superior a 180 y/o diastólica igual o superior a 110.

Controlar la tensión

Si te han diagnosticado hipertensión, debes controlar la presión arterial de forma regular.

Un cambio de hábitos puede bastar

 empieza por hacer una serie de cambios en tus hábitos de vida, tanto para reducir la tensión arterial como para eliminar otros factores de riesgo asociados.

  • Si tienes sobrepeso, intenta perder unos kilos, sin comprometer tu salud. Una una persona obesa con un índice de masa corporal superior a 30, perder 5 kilos puede suponer para ti una reducción de la tensión de hasta 4 mmHg. Para bajar de peso con salud, consulta el Especial Adelgazar .
  • Realiza ejercicio suave y constante, procura moverte y evitar el sedentarismo. 
  • Toma menos sal: no pases de 5 gramos diarios: no añadas salpara condimentar las comidas y, sobre todo, limita los productos elaborados y procesados.
  • Modera el consumo de cafeína: abusar de ella no es aconsejable: cuidado con el café, té y refrescos que contienen cafeína, sobre todo, si los consumes de manera exage­rada.
  • Limita el consumo de alcohol. 
  • Olvídate del tabaco: es un importante factor de riesgo cardiovascular. Para que te hagas una idea, dejar de fumar puede suponer la fronte­ra entre necesitar o no tomar pas­tillas contra la hipertensión. 
  • Si te han diagnosticado hipertensión, contrólala de forma regular.

¿Sabes cómo medir la presión arterial en casa?

 

Cuándo tratar la presión arterial alta

Actualmente no se recomienda tratar farmacológicamente la presión arterial normal-alta, aunque sí se recomienda que se introduzcan cambios de hábitos de vida, pero no siempre es suficiente: si, pese a todo, la hipertensión se mantiene por encima de 140/90 mmHg puede ser necesario recurrir a un tratamiento farmacológico. 

No obstante, el tratamiento cambiará en función del riesgo cardiovascular de cada uno.

  • Si no hay otros factores de riesgo presentes se recomienda comenzar introduciendo cambios en el estilo de vida durante varios meses o semanas y después añadir tratamiento farmacológico para conseguir disminuir la presión arterial a niveles inferiores a 140/90.
  • En el caso de que haya otros factores de riesgo presentes, el tratamiento farmacológico se tendrá que comenzar antes o incluso de manera inmediata.
  • El único caso dónde se recomienda comenzar tratamiento farmacológico de forma inmediata, aun no estando presentes otros factores de riesgo, es cuando se tiene hipertensión de grado 3.

Fármacos para tratar la tensión arterial

Los medicamentos antihipertensivos son muy numerosos y algunos de ellos se encuentran entre los más consumidos. Existen varios grupos, en función de sus mecanismos de acción. Los principales son:

  • Diuréticos: favorecen la excre­ción renal de agua y sales de sodio.
  • Betabloqueantes: ralentizan el ritmo cardiaco.
  • Antagonistas del calcio: frenan la entrada de calcio en las células, lo que relaja las arterias y disminuye la actividad del corazón.
  • IECA: inhiben la acción de la enzima de conversión de la angiotensina, que desempeña un papel muy importante en la contracción de los vasos sanguíneos.
  • “Sartanes” o antagonistas de la enzima de conversión de la angiotensina, de efecto parecido a los anteriores.

A través de diferentes mecanismos, estos medicamentos (solos o en algunos casos combinados) consiguen un mismo objetivo final: reducir la presión arterial de forma mantenida. No obstante, tienen diferentes efectos adversos y contraindicaciones, que el médico debe tener en cuenta a la hora de escoger el tratamiento más adecuado para cada paciente. 

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