El consumidor español muestra señales claras de confusión a la hora de alimentarse, afectado por la propagación de bulos, los sellos equívocos, las dificultades para entender la información de la etiqueta o incluso, para diferenciar entre fecha de caducidad y consumo preferente.
Así se desprende del análisis de los resultados de la "Encuesta sobre Hábitos de Consumo 2019" presentada hoy, basada en las entrevistas a 3.300 familias de todas las regiones españolas y elaborada en el marco de un foro en el que participan las asociaciones de consumidores CECU, FUCI, UNAE y Cauce, junto con la cadena de supermercados Mercadona.
Según informa el diario El Español, un estudio realizado revela que la mitad de los participantes en una encuesta sobre "Hábitos de Consumo 2019", considera que no está bien informado a la hora de hacer la compra, pese a que dos de cada tres reconocen que la alimentación tiene impacto en la salud.
La etiqueta es la principal fuente de información para la mayoría de ellos, aunque uno de cada cuatro la califica de "confusa" y más de dos tercios piden una mayor simplificación y una letra más grande.
También un 25 % declara no saber diferenciar entre la fecha de caducidad y la de consumo preferente, y casi dos de cada diez no conoce si sus hábitos son saludables o no.
Aunque la mayoría dice tener la percepción de que se alimenta de forma saludable, los autores del estudio han reconocido que a la hora de analizar otras respuestas de la encuesta se demuestra que en realidad no es así.
La mitad de la población busca datos sobre el perfil nutricional de lo que come en medios de comunicación, y el peso de Internet y redes sociales aumenta hasta el 43 %, de acuerdo con la encuesta, pese a que varios expertos han coincidido en alertar de la propagación de información falsa por esta última vía.
La presidenta del comité científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), Montaña Cámara, ha citado como ejemplo durante su intervención en el foro la identificación directa de dieta vegetariana o vegana con salud, cuando no es necesariamente así y depende de su contenido.
"Se detecta que hay más preocupación por cómo nos alimentamos cuanto más formación tiene la persona, y eso no puede ser. Una cosa es saber más de algo y otra distinta estar preocupado por ello, nos debería preocupar a todos", ha explicado.
Montaña ha citado también el brote de listeriosis del pasado verano, cuando se produjeron casos por consumo de carne mechada entre embarazadas incluso después de activar la alerta.
El informe apunta a que el 22 % de los españoles compra productos libres de alérgenos, pero la mitad lo hace no por ser alérgico sino por creer que son más saludables.
En este sentido, el doctor en Bioquímica y Biología Molecular José Miguel Mulet ha advertido de la idea errónea generalizada en la mente del consumidor de que los productos con el sello "bio" son de proximidad o cercanía y que los señalados como "sin lactosa" o "sin gluten" son más sanos.
También ha criticado que algunos productos y cadenas de supermercados utilicen el sello de agricultura ecológica como supuesta garantía de que no lleva pesticidas o conservantes, cuando el reglamento sí permite el uso de una serie de referencias en ambas categorías.
"Tienes un vino ecológico con un sello de que es apto para veganos y la recomendación que hace en la misma etiqueta es que es ideal para beber con carnes rojas. ¿En qué quedamos? Se marea al consumidor", ha remarcado.