La sexualidad egipcia era culturalmente más abierta y tolerada antiguamente que en la actualidad. La obsesión del sexo se extrapolaba a la masa ya que queda constancia de todo tipo de prácticas sexuales, así como festividades en relación a la procreación. Pero, al igual que en la actualidad, pues las culturas pueden cambiar pero el ser humano tiene las mismas inquietudes en la antigüedad, los egipcios buscaban métodos para yacer sin la necesidad de que la mujer se quedase embarazada.
Según informa el diario El Español, hacia el año 1850 a.C., las mujeres egipcias se introducían excremento de cocodrilo en su vagina, lo cual contenía el esperma del varón e impedía la fecundación. Y es que el excremento del reptil del río Nilo es ligeramente alcalino como también lo son los anticonceptivos actuales.
Poco a poco los anticonceptivos fueron evolucionando y los egipcios pronto abandonaron las secas heces de los cocodrilos. En concreto, el papiro de Ebers, que data del 1550 a.C., así como el de Kahun, tres siglos antes, documentan cómo controlaban la natalidad en el Antiguo Egipto. Uno de los elementos que emplearon fue la miel; creaban una viscosa pasta que se lo insertaban como si fuera un tampón.
Este tipo de prevenciones involucraba directamente a la mujer a diferencia del actual preservativo más generalizado en la sociedad, el cual se coloca directamente en el miembro viril del hombre. Sin embargo, el propósito era el mismo. De igual manera, la medicina egipcia respondió a la obsesión de la antigua civilización por controlar la natalidad y analizaban la orina de la mujer para saber si estaba o no embarazada, lo cual muestra el interés social del pueblo norafricano en relación al sexo.
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