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El zamorano Julián Cadenas, 27 años de misionero en Madagascar

El zamorano Julián Cadenas, 27 años de misionero en Madagascar
Julián Cadenas abandonó su puesto de trabajo de profesor de ética con 27 años, dejó atrás todo su pasado zamorano y emprendió una aventura para cooperar como misionero en una de las regiones más olvidadas de Madagascar. Curiosamente, 27 años después, y habiendo conseguido muchos de los objetivos que se propuso en su nuevo reto, el diario El País publica un reportaje sobre su historia. El periodista Charly Sinewan bucea en las inquietudes, motivaciones y experiencias vitales de este misionero zamorano de 54 años que estudió teología y filosofía.

Sinewan explica que Julián Cadenas comenzó su tarea como misionero en la región de Bongolava, una zona rural del interior de Madagascar muy aislada donde permanecía incomunicado nueve meses al año por las lluvias. Desde ese momento, y hasta ahora, ha logrado que se cumplan lo que se denominan “los objetivos del milenio”, hacer llegar a esas zonas rurales agua, educación y sanidad.

Los pasos de Cadenas, según sigue explicando el reportaje del diario El País, fueron siguiendo una aplastante lógica. Primero se trató de dar solución al siempre complicado tema de la alimentación mediante el desarrollo de la agricultura. A partir de ahí “y una vez resuelto el problema de primera necesidad”, Cadenas dio el siguiente paso hacia la educación. “casi todos eran analfabetos. Tuvimos que convencer a los agricultores para educar a sus hijos, tarea nada sencilla. Para ellos los niños son su seguridad social, cuantos más tienen más mano de obra y por tanto más comida. Y con eso ya están felices”, explica este zamorano al periodista Charly Sinewan.

El tercer pilar que construyó Julián Cadenas fue el de la Sanidad. “Si la educación y la agricultura son claves para el desarrollo, de nada sirve si la gente muere o enferma, convirtiéndose en una carga para la familia. Teníamos que apoyar la sanidad y la mejor manera era ayudando en lo público”, analiza. Por último, el agua era un recurso necesario al que también dio solución este misionero zamorano con la creación de cientos de pozos financiados por diversas asociaciones.

“Los Objetivos del Milenio no se van a cumplir en Madagascar, decía Julián, pero con un proyecto como el suyo, la implicación del numeroso personal local y la aceptación de los beneficiarios, da la impresión de que si hubiera más personas como él, hace tiempo que se habrían conseguido”, finaliza el periodista de El País Charly Sinewan.

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