El “dos y pingada” es una de las recetas típicas de la gastronomía zamorana de Semana Santa que tradicionalmente comían los vecinos el barrio de la Horta al terminar la procesión de la Resurrección. Una tradición que ahora se ha extendido a toda la ciudad.
Aunque el “dos y pingada” está compuesto de huevos fritos y rodajas del jamón de cerdo a medio curar, en los restaurantes en los últimos años se le suele añadir también otros embutidos y productos del cerdo como chorizo, lomo o panceta. Todos ellos son alimentos prohibidos instantes antes, por lo que este acto viene a indicar la finalización del ayuno cuaresmal.
Año tras año crecían los zamoranos que salían a los establecimientos hosteleros de Zamora para probar este plato, incluso había grupos de ciudadanos que se congregaban en el bosque de Valorio, si el tiempo lo permitía, para disfrutar de esta preparación.
Pero este año, todas las familias deberán cocinar esta comida en sus hogares. Una comida que además de simbolizar el final de la Semana Santa, también simbolizaba en muchos casos la partida de muchos zamoranos a sus lugares de trabajo tras unos días en su tierra natal. En esta ocasión, ese viaje de vuelta será prácticamente inexistente dadas las restricciones impuestas.