"Esto es lo más parecido a una guerra". Así de lapidaria es la sentencia de uno de los voluntarios que, desde Zamora, ha recorrido toda España para enfrentarse cara a cara con el horror y la desolación en la zona cero de un desastre que ya se ha situado entre los episodios más negros de la historia reciente del país. Este grupo de tres personas destinado en Paiporta relata en primera persona cómo a cada paso se observa la inmensidad y lo incontable de unos daños que, con el mero hecho de verlos, empequeñece el corazón hasta límites otrora inconcebibles.
Su trabajo se ha centrado especialmente en "labores de rastreo de garajes". "Estamos moviendo coches y atendiendo a gente que, aunque no lo crea nadie, llevan doce días sin recibir ayuda". Explican que "hay sitios que todavía están inaccesibles y, sobre todo, hay personas ancianas que solicitan ayuda porque todo está demasiado saturado y no hay tanto servicio como se debería".
Esa falta de medios y servicios que lamenta este zamorano provoca, entre otras cosas, que el panorama siga siendo rotundamente desolador. "Está todo desbordado, el olor es tremendo", comentan y añaden que "todo son montañas de coches hechos trizas, hechos migas, es horrible":
Bajo la coordinación del Puesto de Mando Avanzado (PMA), continúan con los trabajos de ayuda en una zona que tardará mucho tiempo en volver a una relativa normalidad, si bien una catástrofe de estas dimensiones cambiará para siempre en muchos casos el paradigma de lo que hasta ahora se había considerado como normal. "Desde que llegas a Paiporta faltan manos porque no damos más de sí", lamentan y apuntan que es complicado hacerse a la idea de "la cantidad de personas que llegamos a atender en una hora".
Con el tesón de quien da todo su de sí por un bien común y de forma totalmente altruiste, estos tres zamoranos continúan sin descanso colaborando para tratar de aliviar los efectos de este desastre ecológico y humanitario que ha sesgado más de dos centenares de vidas y ha dejado unos daños incuantificables.