La tormenta amenazaba Zamora a última hora de la noche de ayer miércoles con rayos que iluminaban la oscuridad y truenos que resonaban en cada rincón, pero lo que no se esperaban los zamoranos era lo que estaba por llegar.
Un repentino chaparrón de granizo comenzaba a caer con fuerza sobre la ciudad ya de madrugada, y en cuestión de minutos dejaba las calles cubiertas de blanco con una estampa más propia de la nieve.
Muchos zamoranos se sobresaltaban con el ruido de las bolas de hielo en las ventanas y se mostraban sorprendidos cuando subían la persiana y veían lo que estaba ocurriendo.
Grandes bolas de hielo caían sin cesar con gran fuerza en una de las granizadas más fuertes desde hace mucho tiempo en la ciudad pero después, efectivamente, como dice el refrán, después de la tormenta vino la calma.
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