Por octavo año consecutivo, Rosa Valdeón se ha dirigido al Cristo de las Injurias en la ceremonia previa a la salida del Silencio. No habrá una novena oportunidad. La alcaldesa, que dejará de serlo en mayo, ha pronunciado por última vez este tradicional discurso en nombre de la ciudad de Zamora: "Vengo a corresponder al cariño, a devolver un poco de lo que, en estos años, he recibido y he aprendido trabajando por Zamora, intensamente, como una forma de vida", ha apuntado, con la emoción reflejada en los ojos, la máxima responsable municipal.
Del mismo modo, Valdeón ha agradecido "la confianza y la generosidad" que le han permitido "ser la voz de la ciudad" ante el Cristo de las Injurias y ante los hermanos de la Cofradía del Silencio. La alcaldesa, con los ojos clavados en la imagen y ante la presencia de diversas autoridades, incluida Clara San Damián, ha augurado un tiempo nuevo que requiere generosidad, valor e inconformismo y ha asegurado que, durante su mandato ha "buscado el camino para recuperar esos valores también en la vida pública. Abierta a todos. Respetuosa con todos. Sin crispación, sin sectarismo. Con lealtad y generosidad, con responsabilidad y humanismo".
Antes, Valdeón había elogiado los valores que, a su juicio, representa el Cristo de las Injurias en "una tarde de encuentros" y había hecho varias referencias a aquellos que, por distintos motivos, viven su existencia con sufrimiento. En ese punto, la alcaldesa ha hecho mención a "la fuerza de un pueblo noble, generoso y austero" que "lucha" y que mantiene la esperanza de salir adelante.
A su vez, la máxima responsable municipal le ha pedido ayuda al Cristo de las Injurias para superar "este tiempo de riesgos, fanatismos y amenazas, de muertes sin sentido, de vidas y familias destrozadas", antes de cerrar su intervención apelando al empuje de los zamoranos "hasta que se agoten las fuerzas y todo quede muy quieto, en silencio, cual poderosa semilla que va dejando su esencia para volver a la vida".