En concreto, los resultados preclínicos de la vacuna muestran que esta restaura la tolerancia del cuerpo a sus propias proteínas, suprimiendo la característica hiperreactividad inmunitaria que posee la enfermedad y que es el principal objetivo de las terapias contra las patologías autoinmunes.
Según se explica en el artículo publicado en la revista 'Science', y recogido por la plataforma Sinc, esta estrategia consiste en una nanopartícula lipídica, empaquetada con ARNm modificado y purificado, que codifica los autoantígenos relacionados con la enfermedad. Normalmente estos son los desencadenantes de la respuesta autoinmunitaria.
En sus experimentos en roedores con encefalomielitis autoinmune (un modelo animal para la esclerosis múltiple humana), los científicos descubrieron que la vacuna pudo prevenir la enfermedad sintomática o, en los ratones con la patología en fase temprana, disminuyó su progresión y restauró las funciones motoras.
Así, se redujo considerablemente la infiltración de células efectoras proinflamatorias T (Teff) en el cerebro y la médula espinal y la desmielinización de esta. Estos efectos se lograron mediante el desarrollo de células T reguladoras supresoras de enfermedad (Treg) dirigidas contra el antígeno codificado por la vacuna de ARNm.
Además, el candidato a la vacuna preclínica no suprimió las respuestas inmunitarias funcionales contra otros antígenos no relacionados con la mielina (por ejemplo, los de la vacuna contra la gripe), con lo que se soluciona uno de los principales problemas de este tipo de tratamiento: la inducción de una supresión inmunitaria inespecífica.
Finalmente, los autores han subrayado el potencial de los tratamientos con ARNm para abordar enfermedades autoinmunitarias muy complejas y poco frecuentes. "La capacidad de producir rápidamente vacunas de ARNm que contengan el código de los antígenos propios de un individuo podría suponer una vía para crear terapias personalizadas en las patologías autoinmunes", han zanjado.