¿Sufres de ardor de estómago? Lo que no te cuentan de los efectos secundarios de los protectores

Si eres una de las muchas personas que sufre ardor de estómago, acidez o reflujo, y para aliviar el malestar recurres a un omeprazol u otro inhibidor de la bomba de protones, te interesa saber que estos protectores gástricos tienen efectos secundarios a largo plazo.

Dolor de estómago
Dolor de estómago

Inhibidores de la bomba de protones

Omeprazol, esomeprazol, pantoprazol… son los nombres de los principios activos de los inhibidores de la bomba de protones (IBP), un tipo de medicamento muy utilizado en todo el mundo para aliviar los problemas de acidez y reflujo gástrico.

Su uso no deja de aumentar. En los últimos 5 años ha crecido en un 12% el número de medicamentos de este tipo recetados en el sistema nacional de salud. Se utilizan más de lo necesario. Por ejemplo, en el caso de los pacientes de edad avanzada, a quienes se les suele recetar un protector gástrico para tomarlo durante el tratamiento con algún medicamento que puede dañar el estómago: suele ocurrir que acaban ese tratamiento, pero continúan con el protector gástrico de forma crónica.

Además, algunos IBP pueden comprarse sin receta en envases pequeños y a dosis baja, con lo que la automedicación está a la orden del día.

Mal llamados protectores gástricos

En realidad, no deberían llamarse “protectores gástricos”: con ese nombre se diría que van a formar una película protectora de la mucosa del estómago y nos dan la falsa impresión de que su uso es incluso aconsejable. Lo que el omeprazol, pantoprazol, esomeprazol, etc. hacen es reducir la producción de ácido estomacal y lo logran bloqueando el sistema enzimático de la bomba de protones que tenemos en el estómago. Son inhibidores de la bomba de protones (IBP).

El ácido estomacal tiene una función importante: descompone los alimentos y mata los gérmenes. Pero cuando se desplaza al esófago o se produce en una cantidad excesiva resulta molesto y, lo que es peor, origina enfermedades, como la esofagitis provocada por el reflujo gastroesofágico. También puede ocurrir que la capa mucosa que recubre la pared del estómago y neutraliza el ácido está debilitada (casi siempre por una infección causada por la bacteria H. pylori o por el uso excesivo de antiinflamatorios AINE como el ibuprofeno), se vuelve vulnerable y se producen úlceras.

Los IBP son muy eficaces para el tratamiento de las dolencias relacionadas con el ácido gástrico y, por lo general, son seguros y bien tolerados.

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IBP con y sin receta

Hay muchos IBP en el mercado, tanto en su forma original como genérica. Los medicamentos genéricos a menudo tienen simplemente el nombre del ingrediente activo: omeprazol, lansoprazol, esomeprazol, pantoprazol y rabeprazol. Están financiados por el sistema nacional de salud bajo prescripción médica.

Algunos IBP también se comercializan como medicamentos de venta libre, sin receta. En ese caso el principio activo está limitado a esomeprazol, omeprazol o pantoprazol, a dosis baja (20 mg) y en envases pequeños de 14 cápsulas para un tratamiento de 14 días.

Estos son los que puedes comprar sin receta:

Inhibidores de la bomba de protones de venta sin receta

 

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Cuándo está bien indicado tomar un IBP

La lista de situaciones en la que está correctamente indicado tomar estos medicamentos es muy concreta:

  • Tratamiento de las úlceras gastroduodenales causadas por medicamentos (principalmente antiinflamatorios AINE como el ibuprofeno) o por la bacteria H. pylori.
  • Erradicación de la H. pylori.
  • Para tratar la esofagitis provocada por el reflujo gastroesofágico y como terapia de mantenimiento en pacientes con esofagitis erosiva grave o esófago de Barrett.
  • Tratamiento del síndrome de Zollinger- Ellison (poco frecuente).
  • Prevención de problemas gástricos en tratamientos prolongados con medicamentos antiinflamatorios AINE o con aspirina en dosis bajas, ya que a largo plazo pueden dañar el estómago, provocar úlceras gástricas y otras complicaciones (por ejemplo, sangrado gástrico o perforación de la pared del estómago). Por ello, están especialmente indicados para las personas que tienen antecedentes de úlceras gástricas y para los mayores de 65 años que toman antiinflamatorios o aspirina en dosis bajas u otros fármacos como corticosteroides, antiagregantes y anticoagulantes.

No hay que tomar dosis altas ni en periodos largos

Lo cierto es que los IBP se toman con pocos miramientos. A veces por excesiva prescripción médica y otras veces por automedicación imprudente. No deberían tomarse:

  • ni para los síntomas leves de reflujo,
  • ni para el malestar estomacal sin causa conocida,
  • ni como medida preventiva durante el uso de un antiinflamatorio AINE si el paciente no tiene alto riesgo de complicaciones.
  • Tampoco deberían tomarse en dosis altas o durante periodos prolongados.

Lo ideal es que se utilice la dosis efectiva más baja posible, con la frecuencia más baja posible y que se cumpla la duración de tratamiento más corta necesaria, a ser posible fijada antes de iniciar el tratamiento.

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Riesgos del uso crónico

La experiencia de décadas muestra que los IBP son seguros y bien tolerados, aunque tienen algunos efectos indeseables. Los más frecuentes son náuseas, diarrea, dolor de cabeza, erupción cutánea y pólipos estomacales benignos, junto a otras molestias gastrointestinales como dolor abdominal, estreñimiento, flatulencia y vómitos.

En los últimos años, han surgido estudios que sugieren una posible asociación del uso crónico de IBP con varios efectos adversos raros, pero potencialmente graves. La mayoría de los datos sobre estos efectos adversos se basan en estudios observacionales, de los que se puede inferir una asociación, pero no una causalidad. Entre estos efectos se encuentran la insuficiencia renal, infecciones gastrointestinales (esta posibilidad debe considerarse en pacientes en tratamiento crónico con IBP que presenten diarrea persistente), osteoporosis y riesgo de fractura ósea, mala absorción de magnesio, hierro y vitamina B12, cáncer de estómago, diabetes tipo 2.

También pueden interactuar con otros medicamentos. Son especialmente problemáticos si potencian la toxicidad (como en el caso del metotrexato, utilizado para la artritis reumatoide y el cáncer) o producen pérdida de efecto terapéutico (como ocurre con el antiagregante plaquetario clopidogrel que se usa para prevenir eventos cardiovasculares).

¿Puedes dejar de tomarlo?

En los tratamientos crónicos, el médico debe revisar si es necesario seguir tomando el IBP o si es posible retirarlo.

La retirada del IBP tiene que ser gradual y bajo supervisión médica. Al suspender el tratamiento, existe un riesgo alto de reflujo de rebote, debido a que el estómago estaba acostumbrado a los medicamentos y, si deja de tomarlos, los síntomas pueden volver temporalmente. El paciente debe saberlo para que tenga paciencia y no reanude injustificadamente la toma de un IBP.

Si el médico considera que el tratamiento debe continuar, lo más adecuado sería reducir la dosis de mantenimiento a la más baja posible. Otra opción sería cambiar al uso “a demanda”, siempre a dosis bajas, o recurrir a los antiácidos.

Seguir un estilo de vida saludable ayuda a llevar mejor la interrupción o la disminución gradual del tratamiento. Es importante seguir una dieta sana y equilibrada, evitar las comidas abundantes y grasientas y alimentos sospechosos de desencadenar lo síntomas (alcohol, café, chocolate, especias, cítricos), no tener sobrepeso, etc.

Si estás tomando medicamentos que dan problemas estomacales como efecto secundario (por ejemplo, antiinflamatorios y antibióticos), coméntaselo a tu médico.

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