El olor a chocolate y churros lleva casi un siglo siendo reconocido por el ideario de los zamoranos de la mano del negocio de Lorenzo García Lorenzo. La churrería Lorenzo ha acompañado durante su historia a los ciudadanos de la capital, viviendo desde hace unos meses tiempos complicados por la pandemia, el encarecimiento de la luz y, ahora, el aceite de girasol.
Lorenzo García Lorenzo es quien se encuentra a los mandos de este histórico establecimiento. La persona que reconoce que de su negocio pueden vivir tres familias a pesar de los tiempos difíciles que han llegado a la sociedad.
Uno de los pilares básicos del negocio es el aceite de girasol, un producto que ya ha dejado imágenes de estanterías vacías en los supermercados, así como de limitación a la hora de comprar ante la falta de suministros por la invasión rusa de Ucrania. Producto que en las churrerías deja un enorme golpe, pasando a encarecerse casi el triple en poco tiempo.
"Nos la jugamos a una carta"
“Trabajamos con una empresa de toda la vida porque se han portada bien con nosotros”, explica García Lorenzo, recalcando que los propios proveedores le han explicado que “todo se ha encarecido”. Por ello, entre las medidas que ha tomado se encuentra el reunirse con otros negocios de Salamanca para hacerse con una cisterna de aceite de girasol: “Cogimos una para no quedarnos tirados, especialmente de cara a Semana Santa”. Problemática que también se extrapola a la harina, si bien con este producto le han confirmado que “hay de sobra” a pesar de que tengan que subirle el precio.
Y es que, en el caso de este churrero, el uso del aceite de girasol es esencial al confirmar que utiliza una media de 50 litros diarios, pudiendo aumentar la cantidad los fines de semana al haber “más jaleo”.
“Nos la jugamos a una carta”, reitera, apuntillando que “lo barato al final te sale caro” y que la calidad es primordial. “Hay que seguir haciendo las cosas bien, si haces chocolate tiene que ser como Dios manda”, llevando por bandera que lo principal para él es la “calidad”.
Respecto a si esta situación puede terminar repercutiendo en la clientela, Lorenzo García apuesta porque este paso sea el último posible: “En el tema de cobrar no te puedes pasar”. Además, recuerda que cuando habló con los compañeros de Salamanca estos expresaban su asombro por las cantidades que se ofertan en Zamora, diciéndole que estaba “palmando dinero”.
Subida de la luz
En su caso, la factura de la luz también es un temor con la subida incesante del precio, puesto que “las cocinas son eléctricas” y eso termina repercutiendo en la factura. Escalada de precios que se ha juntado a una etapa anterior marcada por la pandemia, por la bajada de la economía generalizada y, por ende, en el reparto que hacen a los bares.
“Gracias a Dios no nos podemos quejar. Me tengo que dar un canto en los dientes. Nos da para vivir tres familias”, expresa. Sin embargo, la subida de precios y, en concreto, del aceite de girasol, se erige como un monstruo poderoso al que costará hacer frente de seguir por esta deriva, ya que para hacer churros es el mejor producto. Pero este zamorano es optimista y deja claro que intentarán “aguantar porque hay que buscarse la vida como sea”.