Según los datos recabados por Acierto.com, se estima que en España hay unos 800.000 afectados por esta patología neurodegenerativa que supone el 41% de los dependientes. Un punto en el que el diagnóstico resulta clave. De hecho, puede suponer la diferencia, ya que conocer a tiempo en qué situación se encuentra el paciente permite trazar un plan de actuación en las primeras fases de la enfermedad.
Volviendo a su detección, los afectados por Alzheimer se muestran decaídos, tristes, desorientados. El Alzheimer se muestra a través de diferentes conductas y emociones. El deterioro cognitivo es, quizás, el síntoma más reconocible. Es ese momento en el que una persona se vuelve olvidadiza. Comienza a sufrir “despistes” y pérdidas de memoria. Pero es un síntoma común a la demencia y a otros posibles problemas neurológicos. En todo caso, existe un decálogo de “signos de alarma” que funcionan como referencia:
-Cambios de memoria que dificultan la vida cotidiana: no es un simple olvido, es necesitar que se repita constantemente una información que no se logra retener.
-Dificultad para planificar o resolver problemas: problemas sencillos del día a día, como seguir una receta de cocina.
-Dificultad para desempeñar tareas habituales en la casa, en el trabajo o en su tiempo libre: a una persona afectada de alzheimer le cuesta, por ejemplo, aprender las reglas de un juego.
-Desorientación: hay un desajuste cognitivo respecto al tiempo y el espacio. Hay ciertas lagunas en este sentido para el enfermo, que puede no recordar cómo ha llegado hasta un lugar o no saber en qué día vive.
-Dificultad para comprender imágenes visuales y cómo objetos se relacionan uno al otro en el ambiente: les impide reconocer colores, leer o calcular distancias.
-Problemas con el uso de palabras en el habla o en la escritura: les cuesta recordar algunas palabras y seguir el hilo de una conversación. Repetir muchas veces lo mismo es otro síntoma, en este sentido.
-Colocación de objetos fuera de lugar y la falta de habilidad para volver sobre sus pasos: les cuesta reconstruir lo que acaba de pasar y recordar dónde han dejado un objeto; normalmente porque la falta de memoria les hace dejarlo en un lugar distinto al habitual.
-Dificultad en la toma de decisiones: también pueden experimentar cambios de juicio y de comportamiento.
-Afectados y retraídos: disminuye su actividad, se vuelven cada vez más pasivos en todos los ámbitos de su vida.
-Cambia su manera de ser: pueden enfadarse con más frecuencia, sentir ansiedad, temor y otras emociones negativas.
¿Hay alguna forma de prevenirlo?
Una vida saludable puede ayudar a reducir hasta en un 40% los casos de Alzheimer. Son hábitos que se han de incorporar al día a día para poder disfrutar de un envejecimiento con salud.
-Actividad física: ayuda al buen mantenimiento de la función cognitiva y, por tanto, puede ayudar a retrasar la aparición de la enfermedad.
-Actividad social: una buena función cerebral también depende de una autoestima alta. Esta está directamente relacionada con la sensación de permanencia al grupo y con los vínculos sociales y afectivos.
-Actividad mental: ni más ni menos, utilizar el cerebro lo máximo posible para asegurar una correcta función cognitiva por más tiempo.
-Prevención del riesgo cardiovascular: además de agravar los síntomas, los riesgos cardiovasculares pueden ser responsables, en parte, del deterioro mental.
-Buena alimentación: básicamente, mediterránea, por ser rica en antioxidantes, vitamina C y E y omega 3. El pescado es especialmente importante. Según algunos estudios, reduce en un 60% el riesgo de padecer Alzheimer, si se consume al menos una vez a la semana.
-Fomentar la reserva motivacional: tristeza y deterioro cognitivo pueden ir de la mano. Es importante evitar etapas prolongadas de bajo estado anímico y resolverlas.