El Boletín Oficial de Castilla y León ha publicado este viernes la Orden por la que se convoca la evaluación individualizada de 3º de Educación Primaria en este curso escolar 2018-2019 y se dictan instrucciones para su realización. Asimismo, ha pasado por el Consejo Escolar del Estado el proyecto de Orden que regulará la reválida final de la ESO.
El Sindicato de Trabajadoras y Trabajadores de la Enseñanza ha emitido un comunicado en el que defienden un modelo de evaluación continuada y global, “Frente al recurrente modelo de evaluación externa centrado únicamente en el rendimiento académico del alumnado”. Así, reiteran su oposición a las medidas que la LOMCE ha introducido en este apartado.
Además, plantean que no se publiquen los resultados de estas pruebas, que solo deberían ser puestos en conocimiento de la comunidad educativa del propio centro y de la propia administración educativa
Aportan varios motivos para este posicionamiento:
El alumnado pierde su derecho a aprender, cambiándoselo por un simple derecho a estudiar.
Se centran en determinadas áreas (matemáticas, lengua…), que se denominan instrumentales, y se prescinde de otras (artísticas, deportivas,…) que son igualmente importantes, pero que, para quienes promueven este tipo de pruebas, son de segunda categoría.
Aunque se justifican por la intención de evaluar por competencias, en realidad miden principalmente conocimientos. La evaluación debe tener una función formativa, de ayuda al aprendizaje, y este tipo de pruebas no tienen este enfoque.
Son una foto fija que se realiza en un momento determinado, obviando el proceso seguido, la mejora conseguida, las características personales del alumnado y sus diferentes ritmos de aprendizaje y maduración.
Se centra todo en competir, en perder o ganar, con lo que se busca seleccionar al alumnado, segregarlo en base a valores prefijados de corte neoliberal.
Sobrecargan a alumnado, familias y profesorado, lo que tiene enormes efectos negativos, sobre todo para el alumnado.
Se incrementa el gasto en el sistema educativo para pagar las facturas de las entidades privadas a las que se le encargan este tipo de pruebas.
Se lanza un mensaje de desprestigio del profesorado, al desconfiar abiertamente de su labor y, en especial, de la evaluación que éste realiza.
Los docentes se convierten en meros preparadores de pruebas externas, dejando de enseñar y sucumbiendo a la función de instruir. En muchos casos, se deja de tener en cuenta al alumno/a, sus capacidades y ritmos de aprendizaje, para priorizar la reválida
Estandarizan la evaluación para cerrar los currículos, abocando a que se estudie sólo aquello que se evaluará.
Se centran en intentar subir los resultados académicos, encorsetando las prácticas educativas y el ejercicio de la función docente, limitando su autonomía.
Este tipo de pruebas estandarizadas intentan perpetuar el aprendizaje memorístico y descontextualizado.
En ocasiones se refieren a partes del currículo que aún no han sido impartidas por el profesorado, por haber decidido una distribución temporal diversa, en uso de su autonomía.
Los estudios demuestran que los recursos empleados en las pruebas estandarizadas no han logrado mejoras en los sistemas educativos, al contrario, se han observado efectos negativos.
Se coloca a los centros educativos en ranking absurdos que intentan conseguir que determinado tipo de centros, los públicos, salgan perjudicados.