Ruinas o renacimiento: el destino incierto del patrimonio de Zamora

Zamora esconde un tesoro arquitectónico que, en muchos casos, se desmorona en el olvido. Iglesias, castillos y estaciones de tren figuran en la Lista Roja del Patrimonio, señal de su alarmante deterioro.

Convento Franciscano de Nuestra Señora del Soto
Convento Franciscano de Nuestra Señora del Soto

La provincia de Zamora atesora un patrimonio histórico de un valor incalculable, pero muchas de sus joyas arquitectónicas se encuentran al borde de la desaparición. Iglesias, castillos, ermitas, estaciones de tren y conventos han quedado atrapados en el tiempo, marcados por el abandono y el deterioro. En la Lista Roja del Patrimonio, elaborada para alertar sobre bienes en grave riesgo, Zamora cuenta con más de treinta monumentos cuyo futuro es cada vez más incierto.

Las iglesias de San Miguel de Villalpando, San Martín de Molacillos y San Pedro del Olmo en Toro son algunos ejemplos de templos que languidecen entre escombros y grietas. En los campos y pueblos zamoranos, los conventos de Nuestra Señora del Soto en Villanueva de Campeán o el de los Dominicos en Tábara han visto cómo el paso del tiempo les ha arrebatado su esplendor, con techumbres colapsadas y muros debilitados. Pero el problema no afecta solo a la arquitectura religiosa. El patrimonio militar también sufre un desgaste preocupante. Castillos como el de Villalpando, el de Peñausende o el de Alba de Aliste han quedado reducidos a ruinas silenciosas, con sus murallas derrumbándose piedra a piedra.

El abandono de ciertas infraestructuras históricas es igualmente alarmante. La estación de ferrocarril de Castroverde de Campos y el edificio de viajeros de la estación de Villanueva del Campo son vestigios de un pasado ferroviario que se apaga. En Salto de Castro, un poblado entero lucha contra la desaparición, símbolo de un tiempo en el que estas tierras fueron testigo de la industrialización y el desarrollo. Mientras tanto, en la ribera del Duero, las Aceñas de Gijón, antiguas construcciones hidráulicas que un día fueron esenciales para la economía local, se ven hoy devoradas por la maleza y la desidia.

La esperanza de la recuperación

Sin embargo, hay motivos para la esperanza. Este mismo mes, la iglesia de Santa María Magdalena, en El Piñero, ha logrado salir de la Lista Roja y entrar en la Lista Verde, lo que significa que ha sido restaurada y salvada del olvido. Su recuperación es una muestra de que, cuando hay voluntad y recursos, el patrimonio puede volver a brillar.

No es la única historia de éxito en Zamora. En los últimos años, otros monumentos han sido rescatados de la degradación, como el Palomar de Carrascal del Duero, el Puente Mayor de Toro o el Alcázar de Toro. La restauración de estos bienes demuestra que la lucha por preservar la historia no es en vano. Cada intervención devuelve a la comunidad un pedazo de su identidad y permite que las generaciones futuras disfruten de un legado que, de otro modo, desaparecería.

Un futuro incierto para el legado zamorano

A pesar de estos avances, el futuro del patrimonio en peligro sigue siendo incierto. La despoblación y la falta de inversión amenazan con condenar a muchos de estos monumentos a un deterioro irreversible. El patrimonio no es solo piedra y ladrillo; es historia, identidad y cultura. Cuando un edificio se derrumba, se pierde también una parte de la memoria colectiva de Zamora.

La Lista Roja es un grito de auxilio. La Lista Verde, una prueba de que la recuperación es posible. La pregunta es: ¿cuántos de estos monumentos podrán salvarse antes de que sea demasiado tarde?

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