En el estudio se han analizado los datos de 128 pacientes de más de 60 años que recibieron un riñón de un donante de más de 80 años entre 1990 y 2014, y se ha demostrado que su mortalidad se redujo respecto a aquellos que se quedaron en diálisis.
Según la médica adjunta del Servicio de Nefrología del Hospital del Mar, María José Pérez Sáez, el objetivo del trabajo ha sido "verificar que, con un trasplante de un riñón procedente de un donante de más de 80 años a un paciente de más de 60, se aporta un beneficio en supervivencia".
El estudio ha revelado que el riesgo de morir durante el primer mes después del trasplante es más alto que seguir en diálisis, pero que, a largo plazo, esta opción ofrece una mejor supervivencia, hasta alcanzar un claro beneficio al cabo de 12 meses de la cirugía.
Para asegurar que el trasplante sea favorable, Pérez Sáez ha destacado que "es necesaria una selección cuidadosa del receptor, teniendo en cuenta su estado funcional y comorbilidades para evitar al máximo la mortalidad y complicaciones post intervención".