La subida de los peajes portugueses ha llegado después de que el pasado viernes el Parlamento luso rechazara la propuesta de algunos partidos para eliminar estos peajes, con motivo de que no existen vías alternativas adecuadas y de los graves perjuicios que los peajes están provocando entre la población afectada.
En la provincia zamorana, estos peajes, que Portugal estrenó en 2010, han sido fruto de una controversia constante, como consecuencia de su elevado precio pero también de los complicados sistemas de pago, ya que se trata de arcos instalados sobre las vías, a modo de pórticos de telepeajes, en los que no hay cabinas para poder pagar ya que el vehículo no se detiene al pasar por debajo.
El sistema es capaz de detectar las matrículas y también de realizar numerosas fotografías, y lo hace, incluso, con distintos ángulos, con el objetivo de obtener imágenes de diferentes partes de los vehículos, frontales y traseras. Aunque es la propia empresa la que controla las infracciones —especialmente en las áreas de las gasolineras— y la policía lusa no está interviniendo, la opción de no pagar puede traducirse en unas reclamaciones por impago, con el correspondiente recargo, que envían a los turistas a sus respectivos países de origen.
La otra opción, la de pagar, supone enfrentarse a los caóticos sistemas electrónicos que ofrece Portugal para cumplir con los peajes Easytoll, Tollservice, Tollcard, VIA-T y Dispositivo temporal Vía Verde.