"Mi hija no tiene la culpa, no tiene de qué avergonzarse". Estas son las palabras con las que, desde la impotencia, la rabia y el dolor un padre relata la situación que, denuncia, sufre su pequeña desde hace tres años. Jesús es padre de una niña que este septiembre empieza sexto de primaria en el CEIP de Morales del Vino y, según explica, está sufriendo el acoso de una compañera de clase, que la ridiculiza y martiriza por tener una condición diferente.
A sus casi 11 años, la pequeña es objetivo de otra niña de la clase, que la somete a un acoso y derribo, utilizando como arma arrojadiza el TDA que padece y que está "diagnosticado y en tratamiento". "Como padres nos duele mucho tener que realizar esta reclamación pública, pues pensamos que no debía ser la herramienta que debiera usarse para mejorar la educación pública", lamenta Jesús. Señala que "no es una cuestión puntual", sino que de forma intermitente "la descalifica e insulta para que otros niños no jueguen con ella".
"Ello la hace sufrir, porque no entiende por qué se meten con ella o por qué no le dejan jugar y tiene que arrinconarse en el patio, mirando a los niños de Educación Infantil", lamenta este padre. Un padre que, además, denuncia la indefensión que siente por parte del colectivo docente y administrativo. "La maestra de todos estos años no hace nada realmente efectivo para que no se vuelva a repetir", asegura. Añade que ha presentado documentación con informes de un psicólogo forense evidenciando las consecuencias que este acoso está causando en la mente de la pequeña y afirma que "no sé qué maestros pueden ser esos que no ven nada". "Les das documentación e informes de la situación de la niña y ellos no saben nada", explica.
"Nosotros hacemos una denuncia, por lo menos para que mi hija se dé cuenta de que estamos luchando por ella y que se entere la escuela de que nosotros no vamos a dejarlo", señala. Asimismo, advierte que "muchos padres lo que harían sería sacarla de la escuela y llevarla a otra, pero nosotros no estamos de acuerdo, mi hija no tiene la culpa, en otra escuela puede pasar lo mismo". "Los maestros quieren lavarse las manos, que solo tienen que dar las materias como Matemáticas y Lengua, que no educan en valores, que esas cosas no las hacen", asevera.
Insoslayable es el conturbador hecho de que desde los 8 años, una niña es capaz de hostigar sin cesar a una compañera de clase solo por tener una condición diferente al resto. "Eso demuestra también un poco la educación que aprendemos en casa, en vez de enseñar a sus hijos que hay que ser respetuoso con aquellas personas que tienen ciertas diferencias, pues no, buscan esas diferencias para sobrepasarse y abusar", apostilla. Y es en la escuela donde también el personal docente debería investigar hasta la raíz de la conducta acosadora para poder ponerle fin, con los múltiples factores que puede entrañar.
"Todos los niños tienen sus historias, y no hay que avergonzarse, nosotros no queremos que mi hija se avergüence de su historia, su enfermerdad o su diferencia", indica Jesús. "Por ello, instamos a otros padres a que no se escondan, que no se avergüencen, que esto es un problema social, no particular o familiar, y hay que evitar que este acoso escolar siempre vaya a más", proclama.
Mientras Jesús lucha por la salud mental de su hija, la pequeña cada día va a la escuela "con más desgana y tristeza por culpa de ese acoso, aunque ella intente y muestre interés en relacionarse, especialmente en la entrada de la escuela y otras actividades fuera del centro". No obstante, "dentro del patio en tiempo de recreo, sigue ocurriendo lo mismo y no hay intervención alguna para que no se repita este aislamiento".
Desde la Junta de Castilla y León, transmiten que el asunto está siguiendo "un protocolo" y que, al tratarse de un caso que implica a menores, van a guiarse por la prudencia. Mientras ese protocolo, siga el ritmo que siga, está llevándose a cabo, la pequeña sigue yendo cada día a una escuela en la que, lejos de sentirse protegida, se ve sola y acosada por un entorno hostil que utiliza la neurodiversidad como arma arrojadiza.
Jesús asegura que no dejará de luchar por su hija. Una lucha que no es sino ejemplarizante para todas aquellas familias cuya progenie sufre algún tipo de acoso por parte de compañeros de clase. "No hay nada de qué avergonzarse". Este es el mensaje que lanza a la sociedad para que las personas que sufran situaciones como esta pequeña entiendan que no están solas.