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Los ópticos y optometristas de Castilla y León alertan sobre la importancia de las revisiones rutinarias en los niños

La miopía ya afecta al 5% de los niños en edad preescolar y el 'ojo vago', es la principal causa de disminución de la agudeza visual a estas edades

Niño en el oculista iStock

El Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León (COOCYL) difunde la segunda entrega de su campaña La Salud Visual en las distintas etapas de la vida, dedicada en esta ocasión a los consejos y los cuidados necesarios de la visión de los niños en edad preescolar.

Antes de la entrada de los menores a la escuela, debemos estar muy atentos a las señales de advertencia que pueden significar que existe un problema ocular. Entre los 3 y los 6 años, el niño estará perfeccionando su visión y las habilidades visuales que desarrolló durante los primeros años de vida, por lo que la realización de un examen visual completo antes de que se incorpore a las aulas permitirá tener tiempo suficiente para detectar cualquier anomalía visual que pueda interferir en su rendimiento escolar.

En esta etapa, tal y como indica Ana Belén Cisneros, vicedecana de COOCYL, “se recomienda acudir al óptico-optometrista a los 6 meses, a los 3 años y justo antes de entrar al colegio, incluso si la visión del niño aparentemente es buena para sus progenitores”. Existen pruebas optométricas que se pueden usar en bebés y en niños en edad preescolar que todavía no saben leer y con las que se puede valorar si presenta alguna ametropía (miopía, hipermetropía, y/o astigmatismo) y una buena visión binocular (descartando ambliopía o estrabismo) o evaluar su visión cromática, motilidad ocular, etc. “En el caso de confirmar cualquier defecto refractivo, el óptico-optometrista prescribirá la mejor solución óptica para el niño o remitirá a otro especialista si fuese necesario”, añade Cisneros.

Aun así, también es importante no subestimar la capacidad de padres y educadores para sospechar que algo no está funcionando bien con la visión de un niño. Antes de entrar a la escuela, existen algunas señales que pueden significar un problema de visión:

  • Entrecierra los ojos constantemente o hace gestos forzados al observar un objeto.
  • Poca capacidad de atención, inquietud y problemas de comportamiento.
  • Bizquea pasados los seis meses desde su nacimiento.
  • Se queja de dolores de cabeza, náusea o mareos.
  • Muestra desinterés por los objetos distantes o los sostiene muy cerca de sus ojos.
  • Se sienta muy cerca de la televisión.
  • Tiene una mala coordinación ojo-mano.
  • Se frota los ojos constantemente, o inclina o gira la cabeza.
  • Tiene hipersensibilidad inusual a la luz

Miopía, hipermetropía y astigmatismo en edad infantil

Es fundamental detectar de forma precoz los errores refractivos, ya que su incidencia se está acrecentando y pueden causar sintomatología que influye en la calidad de vida, como dolor de cabeza, fatiga visual y escozor de ojos.

La miopía, que tiene un fuerte componente genético y supone la dificultad para ver nítidamente objetos lejanos, como la pizarra o la televisión, afecta aproximadamente al 5% de los niños en edad preescolar, y existe más probabilidad de padecerla si los padres son miopes. Pero también esta anomalía se ha incrementado exponencialmente entre los más pequeños por el mayor trabajo visual de cerca —utilización de móviles o tabletas, sobre todo— y por pasar cada vez menos tiempo realizando actividades al aire libre.

La hipermetropía, que impide ver con nitidez los objetos cercanos, es habitual y normal en la infancia, y tiende a desaparecer en estos primeros años una vez que finalice la emetropización. Respecto al astigmatismo, se produce cuando hay una deformación en la curvatura de la córnea o en la estructura del cristalino, por lo que la focalización se produce en planos distintos y el niño verá mal tanto de cerca como de lejos.

El ‘ojo vago’ y el astigmatismo

Lo que comúnmente se conoce como ojo vago, la ambliopía, es la principal causa de disminución de la visión entre los niños, al producirse una menor agudeza visual en uno de los dos ojos por un desarrollo anormal. Las causas pueden ser diversas, desde la desviación de uno de los dos ojos, distinta graduación en ambos lados, defectos de refracción considerables, cataratas congénitas e incluso por el contacto con productos tóxicos, pero en todos los casos su detección y tratamiento tempranos son cruciales para prevenir problemas visuales a largo plazo.

Hay que estar atentos a si el niño fija un ojo sobre un objeto y el otro lo desvía, o si no atiende a estímulos visuales o luminosos. Si el pequeño es ambliope, seguramente llorará cuando se le tape el ojo con mayor agudeza visual, porque verá peor.

Esta visión disminuida de un ojo se puede tratar con gafas o lentes de contacto, parches, fármacos —en este caso, con la prescripción de un oftalmólogo—, terapia visual e incluso con actividades de realidad virtual a través de juegos de ordenador.

Cuando los ojos no están alineados y no trabajan de forma armónica y simultánea para poder enfocar un objeto al mismo tiempo estaríamos ante un problema de estrabismo, que en principio es fácilmente detectable, y cuanto antes se haga, sobre todo en edad preescolar, mayor será el éxito de una mejora o recuperación.

El profesional de la visión puede confirmar esta anomalía utilizando una pequeña luz en los ojos del menor: si los tiene rectos y alineados, tendrá un reflejo en el centro de cada pupila, pero si tiene estrabismo, uno de los reflejos se verá sobre el iris o en otro punto más alejado.

¿Qué otras cosas podemos hacer por su visión?

Además de las revisiones oculares periódicas para garantizar la mejor salud visual de los más pequeños, no hay que olvidar otros consejos para controlar que tengan una adecuada visión:

  • Desde su nacimiento hasta la edad escolar, hay que ayudarles a que potencien la visión facilitándoles colores y patrones de alto contraste en los juguetes y en la decoración.
  • Dele tiempo para que se concentre en las cosas que lo rodean y acérquele objetos desde varios ángulos para que el niño perciba un campo de visión más amplio y estimule su coordinación ojo-mano con distintos juegos.
  • La alimentación es esencial. Consumir nutrientes ricos en zinc, luteína, ácidos grasos omega-3 y vitaminas A, C y E son beneficiosos para la salud ocular.
  • Si salimos con ellos a la calle, debe proteger sus ojos con una visera, y si la intensidad lumínica es muy alta, con unas gafas de sol homologadas adquiridas en un establecimiento sanitario de óptica, siempre con la supervisión de su óptico-optometrista.

En resumen, durante los primeros años de vida de los niños, y antes de afrontar sus obligaciones escolares, hay que asegurarse de que gozan de una óptima salud visual, estimulando su visión, estando atento a cualquier señal que indique alguna anomalía e incluyendo exámenes rutinarios de sus ojos con los profesionales adecuados.

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