No hay nada que ilusione más que levantarse la mañana del día de Navidad o de Reyes, y ver el árbol lleno de paquetes preciosos. Esa sensación es única. Regalos de todos los tamaños, grandes y pequeños, cubiertos por hermosos papeles de colores, muchos de ellos con motivos navideños. Paquetes tan bonitos que hasta da pena abrirlos. Porque un regalo empieza, precisamente, en el mismo envoltorio que lo cubre.
Vale la pena dedicarle todo el mimo del mundo a ese momento y personalizar tus regalos con pequeños detalles que expresen el cariño que tienes a quien lo diriges. Así que ya lo sabes: olvídate de salir del paso con el primer papel que encuentres en el bazar cutre de la esquina, y dedica algunos minutos en hacer que la sorpresa sea todavía más grata. No te cuesta nada y vas a ganar muchos enteros.
Por ejemplo, si haces un regalo a un niño, puedes anudarle un bastón de caramelo o un pequeño juguete. Los adornos del árbol de Navidad también pueden quedar muy vistosos. Lo mismo que un lazo o una figurita decorativa. Son pequeños gestos que demuestran una atención y un cariño añadido hacia la persona que va a recibir ese detalle tan bonito.
El arte de envolver bien un regalo no es algo nuevo. Todo empezó en la Antigua China, en el siglo II a. de C. Aquella civilización milenaria inventó, entre muchas otras cosas, el papel, que ya utilizaban para forrar los obsequios. Era un papel elaborado a base de fibra de bambú y paja de arroz, nada que ver con las láminas actuales.
Pero fue al inicio del siglo XX, en el año 1910, cuando se popularizaron los envoltorios navideños, gracias a la empresa Hallmark Cards, hoy el mayor fabricante de tarjetas de felicitación de EEUU. Sus fundadores comenzaron a utilizar papel de seda para recubrir los regalos de Navidad y ya en 1917 crearon otro papel con mayor gramaje con dibujos impresos. La idea tuvo tal éxito que enseguida la competencia comenzó a imitarla. Y en poco tiempo, se convirtió ya en un ritual que se expandió por el resto del mundo.
Hoy existen miles de papeles decorativos de distintos colores, texturas y dibujos. Y de un tiempo a esta parte, en un planeta en el que cada vez prima más el respeto por el medio ambiente y la sostenibilidad, también ha evolucionado la fórmula de envolver regalos. El reciclaje ha ganado peso y muchas toneladas de papel de usar y tirar han dado paso a alternativas más ecológicas como las bolsas de tela y las fundas de regalo reutilizables. Por cierto, si no eres muy ducho con el papel, el celo y las tijeras, y tus envoltorios quedan hechos una pena, ve este vídeo con sencillos pasos para convertir tu regalo en una vistosa y efímera obra de arte.
Una última recomendación. No des al envoltorio la forma exacta de lo que contiene en su interior, porque entonces la sorpresa desaparece y pierde toda la gracia.