Según destaca el Instituto Geográfico Nacional (IGN) del Ministerio de Fomento, dado que el plenilunio (fase lunar que sucede cuando la Tierra se sitúa entre el Sol y la Luna) tendrá lugar el 12 de noviembre, "las condiciones de observación no serán buenas". Por ello, el IGN subraya que "el mejor momento para la observación debería ser la primera parte de la noche, antes de que salga la Luna".
La tasa de actividad de esta lluvia de meteoros suele ser modesta, entre 10 y 20 meteoros por hora, pero cada 33 años, coincidiendo con el paso del cometa 55P/Tempel-Tuttle por el perihelio de su órbita, las Leónidas dan lugar a espectaculares tormentas de meteoros llegando a una frecuencia de miles de meteoros por hora.
Algunas de estas tormentas estelares alcanzaron proporciones importantes, como la de la noche del 13 de noviembre de 1833 en la costa oeste de Estados Unidos.
Los meteoros de las Leónidas son fragmentos del cometa 55P/Tempel-Tuttle, que fue descubierto en 1865 y tiene un periodo orbital de 33,2 años.
Como todos los años por estas fechas, la Tierra atraviesa un anillo poblado con los fragmentos desprendidos del cometa 55P/Tempel-Tuttle en anteriores pasos cerca del Sol. Cuando uno de esos fragmentos (o meteoroides) entra en contacto con la atmósfera terrestre, se vaporiza por la fricción con el aire, creando así el resplandor luminoso que se conoce como meteoro o estrella fugaz.
Todos los meteoros de una lluvia parecen tener un único punto de origen. Este punto se denomina "radiante", y su localización se utiliza para nombrar a la lluvia de estrellas. Las Leónidas tienen su radiante en la constelación de Leo, de ahí su nombre. No obstante, las Leónidas pueden verse en cualquier parte del cielo.
CÓMO VER LAS LEÓNIDAS
Ante este fenómeno astronómico, el IGN recuerda que el lugar de observación puede ser cualquiera con tal de que proporcione un cielo oscuro. Pero es preferible observar desde un lugar que tenga pocos obstáculos para la vista (como edificios, árboles o montañas), y no utilizar instrumentos ópticos que limiten el campo de visión.
"Conviene dirigir la mirada hacia las zonas más oscuras, en la dirección opuesta a la posición de la Luna si la observación se realiza antes de su ocaso. Lo más cómodo es sentarse o tumbarse y esperar a que la vista se acostumbre a la oscuridad", indica el IGN.