El proyecto del Centro Cívico veía la luz el pasado 2017 cuando la Junta y el Ayuntamiento sellaron su compromiso para ubicarlo en el agujero del fallido Palacio de Congresos. La idea se proyectaba en una obra conjunta de Conservatorio Profesional y Centro Cívico en la misma ubicación. Se trataba de una obra muy ambiciosa en palabras y los técnicos determinaron que era inviable situar ambas edificaciones en el mismo lugar.
Tras varias reuniones entre la Junta de Castilla y León y el propio Ayuntamiento, este lunes se ha firmado el protocolo de intervención que sentará las bases para ubicar el Centro Cívico en la avenida de Cardenal Cisneros confluencia con Sebastián el Cano. Se trata de una parcela en desuso propiedad de la Junta con una extensión de 3.600 metros cuadrados.
De esa superficie, el proyecto contempla una extensión de 2.500 metros cuadrados para este proyecto que se prevé finalice de cara a 2020. La financiación será de manera conjunta con un 70% por parte de la institución regional y un 30% por parte del Consistorio. En total se invertirán cuatro millones de euros que suscriben ese compromiso inicial de 17 millones siendo los 13 restantes para el Conservatorio que sí se ubicará en el entono de la Universidad Laboral.
El protocolo ha sido firmado este lunes por el consejero de Fomento de la Junta de Castilla y León, Juan Carlos Suárez-Quiñones, quien ha destacado el compromiso de la institución por sacar adelante este proyecto junto “al que finalmente se le ha dado una buena solución que, además, pondrá en valor la zona donde su ubicará”.
La otra parte firmante, el alcalde, Francisco Guarido, ha querido pedir perdón por la “tardanza que ha supuesto el cambio de planes” debido a la falta de espacio y ha calificado de “buena elección la nueva ubicación tras multitud de reuniones que este lunes por fin ven la luz”.
El Centro Cívico se ubicará en el edificio situado en la manzana delimitada por la Avenida Cardenal Cisneros y las calles Juan Sebastián Elcano y Corbeta, de la ciudad de Zamora, que constituye un raro ejemplo de la tendencia de ‘arquitectura brutalista’ en hormigón crudo, de los años 60 y 70 del pasado siglo, que resulta singular en la ciudad de Zamora e incluso en el conjunto de la Comunidad, por la escasa difusión de dicha tendencia en nuestro ámbito. En la actualidad, tanto el edificio como la parcela que lo alberga, propiedad de la Junta de Castilla y León, permanecen sin uso pleno, lo que empobrece la imagen urbana del barrio.