El contenido íntegro de la carta es el siguiente:
Está en las agencias de prensa y en los medios. El Alcalde de Zamora se siente vejado por el Interventor, un funcionario que, al parecer, tiene la manía de andar presentando denuncias falsas, que lo viene haciendo desde hace años. Se siente vejado porque el Interventor no se haya quedado callado y responda, y cuente y denuncie. Parece ser que el Interventor debe callar incluso cuando el Alcalde ya lleva tres ruedas de prensa en mes y medio para manifestar su opinión radicalmente desfavorable sobre el funcionario que debería controlar la legalidad de la gestión económica del Alcalde, pero al que el Alcalde ni se lo permite, ni se lo va a permitir. Porque, nos dice la prensa, el Interventor ha denunciado al alcalde y dos cargos del Ayuntamiento más por coacciones, amenazas, prevaricaciones y atentado contra la integridad moral, “lo que viene siendo acoso”. Que es su modus operandi, dice el Alcalde, denunciar sin causa, sin motivo, sin objeto., desde la prehistoria, desde que tuvo que salir corriendo de otro ayuntamiento en el que no le acosaban. ¿Para vejar al Alcalde?
Pues, como ese interventor aludido, y en ejercicio de los derechos ciudadanos que, aunque parezca pesar tanto al Alcalde de Zamora que hasta plantea actuar contra mí, tenemos incluso los interventores, no puedo dejar sin contestar unas declaraciones que, aparte del daño deliberado que producen en mí y en mis allegados, son profundamente dañinas para la sociedad. Porque el Señor Alcalde de Zamora naturaliza la ideología patriarcal, naturaliza el discurso del maltratador, daña la lucha contra la violencia de género.
Cambien ustedes un par de palabras en el discurso y analicen. Denuncias falsas que ninguna autoridad ha declarado falsas. Al contrario, las dos peticiones de amparo presentadas desde 2014, que no denuncias, se cierran declarando que existen problemas serios. Y se cierran sin acción ninguna para afrontar dichos problemas. La última, la formulada a primeros de año ante el Ministerio, se cierra porque el Alcalde de Zamora informa, sin ninguna investigación ni expediente ni informe especializado, que el Interventor no es acosado por el funcionario (ahora también denunciado) señalado por el Interventor sino que, “solicitado informe al Alcalde del Ayuntamiento de Zamora, como Jefe superior de personal de ambos”, existe “un conflicto personal llevado al ámbito laboral que entorpece el funcionamiento del Ayuntamiento”.Un conflicto personal entre dos personas que no tienen más relación personal que la laboral, que entorpece el funcionamiento y respecto al que no se adopta ninguna medida de corrección. Una denuncia falsa, vamos, en la que el Ministerio responde que el acoso se produciría, en su caso por parte de quien firma las resoluciones,y que sería un delito que habría que denunciar en el juzgado, sobre el que el Ministerio no tiene competencia.
Una persona desequilibrada, que denuncia falsamente, contestona, que no se calla cuando debe callar, que denunciando y hablando veja y habrá de sufrir las medidas que quiera adoptar el vejado. Porque el vejado si tiene derecho a hablar. Y merece la pena escuchar su discurso. Merece la pena oir sus palabras el 2 de Noviembre de 2017, cuando el interventor no había abierto la boca. Es muy recomendable escucharle hablar de un funcionario público que ha comunicado a la fiscalía la existencia de hechos que, de ser ciertos, podrían ser delictivos. Como es su obligación. Y merece la pena oir la descalificación absoluta, la amenaza de medidas de represalia por haber ido a la fiscalía.
Un discurso que, lamentablemente, muchas mujeres ha tenido que escuchar. En la intimidad y en público. Locas que denuncian falsamente sin causa, sin objeto, o por quedarse con los niños (que algunos padres consideran tan patrimonio como algunos alcaldes consideran los Ayuntamientos y todo cuanto contienen, personas incluidas), o por odio a los hombres o…
Una vez más, el discurso del maltrato y el mensaje del maltrato: “esperamos poder revertir la denuncia” dice el Alcalde, esperamos que la retire, que no ratifique, si no quiere padecer la cólera del denunciado. Que no vaya cuando le citen, que ceda a esta nueva intimidación y, otra vez, podamos decir que es “una loca que presenta denuncias falsas”.