La Ley 7/2006 de la Junta de Castilla y León obligó a los bares a adaptarse a las nuevas licencias para evitar los recortes horarios.
Dentro de las disposiciones transitorias, el número cuatro del estatuto establecía un límite de cinco años para “revisar las licencias concedidas a los establecimientos e instalaciones con el único fin de adaptar la denominación de la actividad y tipología del local a las definiciones contenidas en el Catálogo incorporado a la Ley”.
Por ello, la aplicación de los nuevos horarios era conocido por los hosteleros que tuvieron cinco años para tomar medidas y que esto no sucediera, pero “todo aquel que se leyera el BOCYL sabía que esta ley existía, pero nadie nos dijo todas las trabas que conllevaba este cambio de licencia. Estamos hablando de bares cuyas licencias datan de hace treinta años, y no nos brindaron información. Estaba todo en aire. Desde Azehos tampoco nos dieron un camino, decían que ya iríamos viendo”, declaró a Zamora24horas uno de los propietarios.
Ante esta situación, los hosteleros de la calle de los Herreros decidieron unirse y clamar por mantener sus derechos de apertura, pero sin éxito alguno. Es por ello que, tras cuatro años de pérdidas económicas debido al recorte horario, varios hosteleros de la zona coincidieron en la necesidad de unión y defensa de la calle.
Con la intención además de presentar un nuevo escrito al Ayuntamiento para que se tomase de nuevo en consideración “la ampliación del horario de los bares de una calle que no se ve fuera de Zamora y que es la razón por la que viene mucha gente de otros lugares para conocerla”, expresaba uno de los hosteleros de la calle.
El recorte en los horarios de apertura ha causado una disminución de más de 200€ por caja “no hay más que fijarse en la recaudación de cuando se amplía el horario, que sí, son días “especiales”, pero aun así no es que se note más clientela, es que la gente se queda hasta el cierre. Se supone que se hizo para igualar horarios en Castilla y León, pero no a todas las ciudades les ha afectado por igual”, explicaba un propietario que guardaba las cifras de caja que había hecho desde que abrió el bar, mucho antes del recorte horario.
Uno de los motivos por los que los hosteleros se “separaron” se debió a que uno de los propietarios de la calle alegó que denunciando por separado se abaratarían gastos, “ni este hostelero denunció, ni el resto podíamos hacerlo ya que una persona sola no puede arriesgarse a pagar los altos costes de un juicio que no es seguro que solucione nada”, comentaba una de las propietarias resignada porque tras cuatro años no se ha vuelto a tomar ninguna medida para cambiar la situación.
Uno de los motivos por los cuales las licencias no pudieron ser modificadas fue la necesidad de características especiales de los establecimientos como son las salidas de emergencia, “entendemos que hay cosas que son por seguridad, pero no entienden que estos bares, la mayoría, tienen carácter de bodega y es imposible acatar esas condiciones, y nadie hace nada. Están dejando morir la calle que más oferta hostelera nocturna ofrece en toda la ciudad”, reiteró el mismo hostelero que catalogó en una media de 200€ de pérdida por recaudación diaria de caja y que espera que el tema no vuelva a quedar en el olvido, así como una apertura de dialogo entre hosteleros y autoridades.