Un estudio publicado en 'Jama Network' ha revelado que las personas con hipocondría enfrentan un riesgo 84% mayor de mortalidad por todas las causas, en comparación con la población general. Este análisis, realizado en Suecia, arroja alarmantes estadísticas que subrayan la necesidad de un diagnóstico y tratamiento más efectivos para este trastorno.
Hipocondría: más que un miedo exagerado
La hipocondría, o trastorno de ansiedad por la salud, se caracteriza por una preocupación persistente y desproporcionada sobre padecer enfermedades graves. Esta condición psiquiátrica provoca hipervigilancia, interpretaciones catastróficas de síntomas corporales y conductas repetitivas de control o evitación.
A pesar de su prevalencia, la hipocondría está gravemente infradiagnosticada debido al estigma asociado al término y la falta de reconocimiento adecuado por parte de los profesionales de la salud.
El impacto en la mortalidad
El estudio, realizado sobre 4.129 personas diagnosticadas con hipocondría entre 1997 y 2020, reveló que:
- El riesgo de suicidio en este grupo es más de cuatro veces mayor que en la población general.
- El 85,7% de los pacientes con hipocondría tenían antecedentes de otros trastornos psiquiátricos, como ansiedad o depresión.
- Las causas naturales de muerte más comunes incluyeron enfermedades circulatorias y respiratorias, además de condiciones no clasificadas en otras categorías médicas.
La paradoja de temer la muerte y enfrentarse a ella
Los investigadores señalan una llamativa contradicción: las personas con hipocondría, a pesar de su temor constante a la enfermedad, tienen un mayor riesgo de fallecer por causas potencialmente prevenibles.
Además, el riesgo de muerte es mayor entre quienes recibieron su diagnóstico en entornos hospitalarios, lo que indica una correlación con síntomas más graves o complejos.
Un llamado a la acción médica
Los autores del estudio advierten que los médicos deben estar atentos al riesgo de suicidio en personas con hipocondría, especialmente si tienen antecedentes de depresión o ansiedad. También insisten en la importancia de no desestimar los síntomas físicos de estos pacientes como "imaginarios".
“Se requiere una atención integrada que aborde tanto los aspectos psiquiátricos como los somáticos del trastorno,” concluyen los investigadores.