La Hepatitis C es una enfermedad vírica que se transmite a través de la sangre afectada y, “lo peor que tiene es que es silenciosa”. Son palabras de la presidenta de la Plataforma de Afectados por la Hepatitis C en Salamanca y una de las coordinadoras del movimiento regional, Esther Mate, que atiende a este periódico con motivo del Día Internacional del Activista contra la Hepatitis.
“Te contagias y no tienes sintomatología”, explica, por lo que la enfermedad se puede definir en que a una persona se le va deteriorando progresivamente el hígado y no lo sabe. La Hepatitis C pasa por varias fases, “cuatro grados”, comenta la presidenta, y esta culmina con una cirrosis o un hepatocalcinoma (cáncer de hígado) “que te mata”.
Se trata una enfermedad “evitable y curable”, que podría dejar de existir si se facilita el tratamiento a toda la población afectada, algo que no se produce por el momento. Por ello, se le llama “la pandemia silenciosa”, puesto que hasta que no estás muy enfermo no acudes al médico, cuando en muchas de esas veces se debe recurrir a un trasplante.
La Hepatitis C “carece de vacuna” (no como la Hepatitis A o B), “pero tenemos la suerte que se descubrió un fármaco” que la cura “cerca del 100%”. Pese a ello, desde la Plataforma insisten que “es una enfermedad evitable y, si conoces la vía de contagio, la puedes evitar”.
El contacto con sangre infectada, la vía de contagio
La presidenta de la Plataforma de Afectados por la Hepatitis C en Salamanca y una de las coordinadoras del movimiento asociativo autonómico detalla que la vía de contagio es “el contacto directo sangre infectada”, es decir, que puede darse de cualquiera de las maneras en las que haya contacto con sangre, que se tienen que evitar.
Una muy extendida antes de 1992, cuando se desconocía la Hepatitis C, era a través de las transfusiones de sangre que realizaba el propio Sistema Nacional de Salud (ya fuese con hemodiálisis o con transfusiones de sangre). Una vía que “no está del todo eliminada pero es muy minoriatria”.
Actualmente, como más se propaga es a través de “prácticas sexuales de riesgo”, por lo que cuando desde la Plataforma ofrecen conferencias o charlas en instituciones o colegios recomiendan utilizar preservativo en todas las relaciones sexuales de riesgo, que también conciernen a aquellas que la mujer tiene la menstruación o entre parejas homosexuales.
También se contagia a través de cualquier práctica intravenosa, como son aquellas personas que “consumen drogas y utilizan la misma jeringuilla para pincharse”. No sólo se puede producir una infección en ese caso, sino que también se está dando entre jóvenes que se hacen piercings, ya que si en los centros no se tienen medidas extremas, es un foco de contagio para la población.
Una enfermedad evitable y curable a través de pastillas con apenas efectos secundarios
El tratamiento que se liberalizó en verano del pasado año “apenas tiene efectos secundarios”, si acaso “algún dolor de cabeza o de estómago”, y no tiene “nada que ver con los tratamientos anteriores”.
Son pastillas que curan en un período de tres a seis meses, e incluso en un mes si la Hepatitis se detecta en una de sus fases iniciales, lo que supone un “ahorro impresionante” para el Sistema Sanitario, puesto que un año después de que sea detectada el paciente puede recibir el alta, sin tener que hacerle más pruebas.
Normalmente, eso sí, se detecta una vez que la enfermedad está avanzada, por lo que suelen seguir en el sistema “cuatro o cinco años” ya que “los fármacos son muy nuevos y se están viendo todavía los efectos que tienen”, ya que pese a su no adversidad, “siguen siendo muy fuertes”.
La Plataforma de Afectados por la Hepatitis C desconoce el precio, puesto que no se le facilita la información, ya que las farmacéuticas tienen un pacto para ello. Sí que “los fármacos han bajado muchísimo, drásticamente”, y Esther Mate los cifra en unos 7.000 euros.
Esa es otra de las reivindicaciones que posee la Plataforma, acabar con “los precios abusivos que fijaban las farmacéuticas, una mafia que hemos denunciado”. No sólo en los países desarrollados, sino especialmente en aquellos que carecen de recursos, donde la gente “se está muriendo” porque el precio fijado por los lobbys farmacéuticos impide el acceso garantizado a la población.