La historia nos dice que España es un país de pícaros, qué duda cabe. Ya lo era el Lazarillo de Tormes y esta personalidad viva parece que persiste. Con cierta jocosidad, el director de la Dirección General de Tráfico aportó una cifra que parece refrendar esta aseveración.
Se suele decir que ‘Hecha la ley, hecha la trampa’. Algo parecido ha ocurrido desde que se instauró el carnet por puntos en España. Algunos de los conductores que cometen una infracción cuya multa conlleva la pérdida de puntos se las arreglan para que esa reducción no afecte a su carnet.
Aunque se hacen cargo de la sanción económica, endosan la multa a otro familiar para que sea este el que pierda los puntos. Por lo general, cuando la DGT requiere identificar al conductor ‘cazado’ por el radar, el responsable suele establecer a su padre o abuelo. Han llegado a publicarse anuncios en Internet ‘vendiendo’ puntos, una práctica perseguida por la justicia.
Así, desde que se instauró el sistema por puntos en España en 2006, unos 58.000 ancianos han perdido su permiso de conducción por perder los doce. Entre risas irónicas, Pere Navarro aportó esta cifra en una entrevista que concedió a La Sexta Noche, aunque dijo que esta práctica ya no se hace porque "los abuelos no renuevan el carnet".