Este domingo quedó activo el horario de invierno, que oscurece las tardes antes, pero que permite la mejor adecuación entre la luz solar y el ritmo de actividad de la población. Este cambio de luz, sumado a la llegada de las primeras lluvias y las bajas temperaturas propias del otoño, y a la sensación de empezar a olvidar las vacaciones de verano, hacen que los trastornos derivados del cambio estacional se vean intensificados. De hecho, hasta el 30% de la población padece algún tipo de trastorno físico o mental, como ansiedad o depresión durante estos días, tal y como asegura Top Doctors.
El ritmo circadiano, la melatonina y la capacidad cognitiva, principales alteraciones
La luz es un factor determinante para nuestro ritmo circadiano, que es el ciclo natural de cambios físicos, mentales y de comportamiento que experimenta el cuerpo durante las 24 horas en las que se produce la rotación de la tierra, y que está controlado por un área pequeña en el medio del encéfalo. “El ritmo circadiano marca los tiempos de sueño y la capacidad cognitiva de las personas, es decir, la capacidad relacionada con el procesamiento de la información, como la atención, percepción, memoria, resolución de problemas, comprensión… etc. Los cambios estacionales, y los cambios de hora concretamente, alteran este ritmo”, explica la Dra. Carmen Jódar, médico de familia.
Es por ello que puede ser determinante en el ánimo de las personas, quienes pueden sentirse más apáticas, tener problemas de insomnio, acumular cansancio o padecer, incluso, trastornos de alimentación o temperatura corporal, entre otras cosas. “La reducción de horas de luz produce un desequilibrio interno debido al aumento de melatonina, ya que la luz solar es clave en la producción de esta hormona en el cerebro. Al mismo tiempo desciende la producción de serotonina también llamada hormona del humor, y es por ello por lo que nos sentimos más tristes”, explica la Sra. María González-Aller Zavala, especialista en Psicología en Galler Psicología.
Por otro lado, las bajadas de temperatura pueden debilitar el sistema inmunológico de las personas, lo que aumenta las posibilidades de contraer la gripe o resfriados, así como problemas digestivos. Por otro lado, “algunas enfermedades cardiovasculares o la artritis reumatoide se agravan durante el invierno, mientras que la gente tiende a estar más saludable en verano”, asegura el Dr. Carbone Campoverde, especialista en inmunología, haciendo referencia a un estudio reciente de la Universidad de Cambridge. Un cúmulo de síntomas que no afectan a todas las personas por igual. De hecho, según los expertos, el diagnóstico de cualquier problema derivado de los cambios de estación requiere de un tiempo de observación al paciente, para valorar la evolución y determinar si se trata de una agudización de los síntomas de una patología ya existente o si por el contrario se trata de los síntomas ante una nueva enfermedad. “En todo caso, no sería necesario recurrir a medicamentos para superar los trastornos propios de esta época del año. Mantener una dieta equilibrada, hacer ejercicio de forma regular y dormir 7 u 8 horas, suele ser el mejor remedio. Si el cansancio persiste, puede recurrirse a la ingesta de algún complejo vitamínico”, aconseja la Dra. Montse Folch, especialista en nutrición.
Mitos y verdades de los efectos derivados del cambio de estación
Que el otoño es una época de cambio y transición, como el resto de las estaciones, es una realidad. Sin embargo, detrás de esta época existen ciertos mitos. El más extendido y que efectivamente se cumple, es el que hace referencia a la caída del pelo. “Es cierto que se nos cae más el pelo durante estos meses del año. Esto se debe al mero hecho de ser mamíferos. Durante todo el año un 10% del pelo se encuentra en fase de caída, y en otoño este porcentaje se eleva hasta el 20%, lo que significa perdemos el doble de pelo en esta época”, explica la Dra. Ana Trius Chassaigne, cirujana capilar.
También suele decirse que, así como la primavera la sangre altera, el otoño tiene un efecto contrario, y durante esta etapa suele disminuir la líbido. Pero lo cierto es que no existen estudios que justifiquen este hecho. Cierto es que aumenta el cansancio y la somnolencia, la falta de concentración, la irritabilidad o la ansiedad, lo que puede hacer que algunas personas disminuyan la práctica de relaciones sexuales.
Por último, la Vitamina C se ha catalogado como el remedio más eficaz contra la astenia otoñal. Sin embargo, no solo en la “C” se encuentra la clave. Los expertos recomiendan recurrir a la correcta alimentación para paliar los efectos de los cambios estacionales, aunque en efecto, la Vitamina C tiene grandes aportaciones a nuestro sistema ya que ayuda a fabricar colágeno, colabora a mantener la integridad del tejido conectivo y a la correcta absorción del hierro en el organismo, es un antioxidante y tiene un papel anticancerígeno.
Hasta un 30% de la población se ve afectada mental y físicamente por el cambio de hora y estación
El otoño aumenta el cansancio, la somnolencia, la falta de concentración, la irritabilidad o la ansiedad. Los síntomas del cambio de hora suelen durar días o alguna semana, aunque es importante no medicalizar el proceso: ejercicio y dieta sana es un buen remedio.
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