El regreso de Trump al poder ha traído consigo un torrente de expectativas y tensiones, no solo dentro de Estados Unidos, sino también en el escenario internacional. Con su segunda investidura como presidente el 20 de enero de 2025, Donald Trump ha retomado una de las estrategias que marcaron su primer mandato: los aranceles. Esta vez, la mirada está puesta en México y Canadá, países con los que Estados Unidos comparte fronteras y vínculos comerciales profundos. El 1 de febrero de 2025, el presidente impondrá un arancel del 25% a las importaciones provenientes de estos dos países, una medida que ha generado un terremoto en los mercados y que amenaza con reavivar las tensiones comerciales.
"America First", el lema que Trump convirtió en bandera durante su primer mandato, sigue siendo el faro que guía su política exterior y económica. Esta vez, los motivos no son solo económicos; el presidente ha ligado los aranceles a cuestiones de seguridad nacional, como el tráfico de fentanilo y la inmigración ilegal. Para Trump, estos aranceles son más que una medida económica: son una herramienta para presionar a los gobiernos de México y Canadá, a quienes acusa de no hacer lo suficiente para frenar estos problemas que afectan directamente a la seguridad de su país.
La postura de Trump no es nueva, y quienes lo han seguido a lo largo de su carrera saben que su enfoque comercial se basa en el proteccionismo y en un claro rechazo a los acuerdos internacionales que considera desfavorables para Estados Unidos. En su primera administración, Trump impuso aranceles a China, los cuales desataron una guerra comercial que tuvo repercusiones globales. Ahora, con un enfoque renovado, está dispuesto a repetir la fórmula, aunque esta vez con los países vecinos más cercanos. La receta sigue siendo la misma: proteger a las industrias estadounidenses, reducir el déficit comercial y, por supuesto, generar empleos. Sin embargo, las consecuencias de esta política no se limitan a las fronteras de Estados Unidos.
¿Cómo afectarán las políticas de Trump a Zamora?
Aunque el nuevo mandato de Trump aún está en pañales, la situación económica que ha bocetado el nuevo presidente de los Estados Unidos deja ya una previsión para la economía zamorana. "No se puede aún concretar nada ya que él tampoco ha delimitado esas medidas, pero en el escenario que se plantea se traduciría en una pérdida de competitividad para las empresas zamoranas".
Así lo explica Raúl Zurrón, economista zamorano y auditor de cuentas con más de 20 años de experiencia. "Los aranceles de Trump se traducen en que si un producto de Zamora vale diez euros y se pone un arancel de dos euros por parte de Estados Unidos ese producto vale fuera de nuestras fronteras doce euros y dejará de ser tan competitivo por ese gravamen de su precio".
"Creo que nos va a afectar, pero no tanto. Si las trabas llegan desde el mercado estadounidense, las empresas zamoranas deberán ganas más peso en el mercado europeo, al final se trata de un cambio de paradigma", asegura Zurrón, poniendo sobre la mesa que esta "es la situación más perjudicial para una empresa zamorana".
Todo ello en base a una reflexión casi hipotética en estos momentos: “Este cambio puede pasar aún por muchas fases ya que puede pasar que Europa también eleve sus aranceles”, añade Zurrón.
“La Unión Europea tiene la capacidad de negociar y también se les puede hacer daño a ellos sobre determinados productos”, concluye Raúl Zurrón poniendo de manifiesto como aún “no está todo dicho”.
Un escenario que ya se produjo en 2019 con el queso y el cerdo en el punto de mira
Durante el primer mandato de Donald Trump, la guerra comercial con el resto del mundo alcanzó nuevos niveles de tensión. Uno de los episodios más destacados ocurrió en 2019, cuando el gobierno estadounidense decidió imponer aranceles a varios países de la Unión Europea. En octubre de ese año, el presidente Trump anunció que comenzaría a aplicar tarifas a productos provenientes de Francia, Alemania, España y el Reino Unido a partir del 18 de octubre, en lo que se consideraba una respuesta a lo que la Oficina de Comercio Exterior de EE. UU. calificaba como “subsidios ilegales” a las aerolíneas europeas, especialmente en relación con el gigante Airbus.
Los productos españoles fueron particularmente afectados. En este contexto, el vino, que se importa a Estados Unidos por un valor de 252 millones de euros, se convirtió en uno de los productos más perjudicados. Además, el aceite de oliva, otro producto emblemático de la economía española, también estuvo en la mira, dada la gran cantidad que se exporta a Estados Unidos. Otros productos que sufrieron las consecuencias de los aranceles fueron el queso y el cerdo, especialmente relevantes en regiones como Zamora, conocida por su producción ganadera.
Estas medidas formaban parte de una política económica más amplia de Trump, quien, durante su mandato, adoptó una postura agresiva frente al comercio internacional, utilizando los aranceles como herramienta para reducir el déficit comercial de EE. UU. y forzar cambios en los acuerdos comerciales existentes. La administración Trump argumentaba que estas políticas eran necesarias para proteger a las industrias estadounidenses, pero también generaron controversia, ya que las tarifas impuestas a productos europeos afectaron tanto a los consumidores como a los productores de varios países, incluidos los de España.
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