El día 5 de marzo por la noche, como consecuencia de no haber superado una intervención quirúrgica de cadera, ha fallecido en Madrid Clara Miranda, la viuda del poeta Claudio Rodríguez, con quien compartió su vida desde que ambos se conocieron mientras estudiaban en la facultad de Filosofía y Letras de Madrid, en los años 50 del pasado siglo. Natural de Zarautz (Guipuzkoa), Clara Miranda ejerció como bibliotecaria en Madrid en el Instituto Internacional, de fuerte inspiración liberal en consonancia con la tradición familiar. Ya su padre, José Miranda, seguidor de  las propuestas de Giner de los Ríos, mantuvo vínculos con la Residencia de Estudiantes y con las ideas regeneracionistas de aquel proyecto, según evocó el propio Claudio Rodríguez en una lectura en la Residencia de Estudiantes en 1989.

Clara Miranda será siempre recordada como la compañera de Claudio Rodríguez, con quien también compartió su pasión por la poesía y el vitalismo que la llevaba a vivir con entusiasmo todo cuanto le salía al paso Siempre recordaba con especial ilusión los años que pasó en Inglaterra con el poeta, cuando este prefirió alejarse de España por un tiempo. Clara revivía con emoción aquel tiempo juvenil de amor, de amistad y de fe en la poesía, que seguramente marcó decisivamente su vida al lado del hombre a quien tanto quiso. Cuando en 2004 se fundó en Zamora el Seminario Permanente Claudio Rodríguez para velar y difundir la obra del poeta, se decidió que ella tuviese ese puesto relevante irremplazable que daría altura moral al proyecto. Ha sido, en ese sentido, una referencia insoslayable para todo cuanto se ha hecho en el Seminario hasta hoy. Solía acudir a las jornadas bienales de Zamora que se celebran en torno a la obra poética de Claudio, aunque siempre fue remisa a hablar en público. Tenía la convicción de que su gran aportación silenciosa fue haber atravesado la vida junto al poeta; de ahí su discreción y su negativa a ocupar más espacio del debido en cualquier circunstancia.

Lectora impenitente, su carácter combativo la llevaba a defender apasionadamente las ideas de quienes propugnaban la necesidad de la justicia y la libertad. Así la recordaremos siempre sus amigos, mostrando un entusiasmo por la vida que incluía absolutamente todo, como si llevara por divisa aquel verso de su compañero: “La más honda verdad es la alegría”.

Siguiendo su voluntad, sus cenizas reposarán en el cementerio zamorano junto a Claudio Rodríguez. De nuevo juntos los dos. Siempre lo estuvieron. 

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