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La epidemia de gripe no ha llegado a su fin: cinco claves para prevenir el contagio

Aunque las últimas cifras muestran un descenso significativo, la gran mayoría de comunidades autónomas se encuentran aún en nivel epidémico. El ascenso de las temperaturas diurnas puede afectar a que la epidemia continúe expandiéndose por cuestiones de comportamiento social.

Vacuna gripe

Según los últimos datos de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, la tasa de incidencia de gripe alcanzó durante la última semana de enero su pico más alto hasta la fecha. Aunque las últimas cifras muestran un descenso significativo, la gran mayoría de comunidades autónomas se encuentran aún en nivel epidémico, con un índice de contagios de 206,2 casos por cada 100.000 habitantes.

El ascenso de las temperaturas diurnas que se está viviendo estos días puede afectar a que la epidemia continúe expandiéndose por cuestiones de comportamiento social: se sale más de casa, las personas se relacionan con más gente, etc. Además, el escaso uso de mascarillas y una mayor predisposición a salir a la calle estando enfermo están favoreciendo que el contagio persista.

La gripe estacional se caracteriza por el inicio súbito de fiebre, tos (generalmente seca), dolor muscular, de las articulaciones, de cabeza y de garganta, intenso malestar y abundante secreción nasal. Según la OMS, cualquier grupo de edad puede verse afectado, pero son los mayores de 65 años los tienen mayores probabilidades de contagiarse del virus. Lo mismo ocurre con las embarazadas, los menores de 5 años y los pacientes con enfermedades crónicas (cardiacas, pulmonares, renales, metabólicas, del desarrollo neurológico, hepáticas o hematológicas) o inmunodepresión. Además, los profesionales sanitarios corren más riesgo de contagiarse y transmitir el virus debido a su exposición a los pacientes

Aunque la forma más eficaz de prevenir la enfermedad es la vacunación anual (en otoño, preferiblemente), especialmente en los citados casos de riesgo, es adecuado reforzar la protección siguiendo ciertas pautas preventivas que indican los expertos de Cigna:

Respetar los protocolos. Es posible infectar a otra persona desde un día antes del inicio de los síntomas. No obstante, dado que esta primera fase es difícil de controlar, los esfuerzos para cuidarse de la mejor forma posible y no sucumbir a disfrutar del tiempo primaveral aumentando el contagio a terceros deben centrarse en los 5-7 días después del comienzo de los síntomas. 

¿Cómo hacerlo?

-Evitar la automedicación de antibióticos. Los antibióticos combaten las infecciones que son causadas por bacterias, no tratan infecciones causadas por virus, como sería el caso de la gripe. Por ello, ante los primeros síntomas, la mejor opción es acudir a un médico que prescriba una medicación específica.
-Procurar quedarse en casa hasta pasar 24 horas sin fiebre. En caso de que sea preciso salir a la calle antes, utilizar una máscara quirúrgica podría evitar contagiar a los demás.
-Taparse la boca y la nariz al toser o estornudar con un pañuelo de usar y tirar. Este tipo de patología se disemina en gran medida a partir de estos dos actos reflejos. Para impedir que se expanda, se aconseja cubrirse boca y nariz con un pañuelo desechable, pero nunca con la mano.
-Apostar por herramientas de video-consulta. Son muy útiles para controlar los síntomas sin desplazarse y reducir, así, las posibilidades de aumentar la cadena de contagio. Además, permiten la desaturación de las salas de urgencias, colapsadas durante el último mes por los casos de gripe.
-Beber muchos líquidos. La fiebre facilita la deshidratación. A parte de la ingesta de agua, también es muy saludable el consumo de caldos. Varias investigaciones avalan que la mezcla de vitaminas y nutrientes del caldo de pollo, por ejemplo, poseen un efecto antiinflamatorio que ralentiza el crecimiento de los leucocitos implicados en la liberación de mucosidades.

Lavarse las manos con frecuencia. Es la principal medida de higiene, sobre todo teniendo en cuenta el contacto continuo que se tiene con superficies potencialmente infectadas, como pueden ser las barras del metro o del autobús. Los fluidos que se emiten al toser, estornudar o hablar pueden quedar en las manos. Según los expertos, el virus puede llegar a sobrevivir en esta superficie hasta cinco minutos, lo que incrementa el riesgo de contagio si se produce un contacto con otra persona o superficie (en este caso la supervivencia del virus es mayor) y hay una inoculación posterior de una persona nada con la nariz, la boca o los ojos.

Lo recomendable, tanto si ya se ha contraído el virus como si no, es lavarse las manos con frecuencia con agua y jabón, al menos 5 veces al día y, como mínimo, durante 40 segundos, procurando enjabonarse y frotarse tanto la palma como el dorso de las manos y la punta de los dedos. Tras este proceso, es preciso secarse las manos con una toalla de un solo uso, y utilizar esta misma para cerrar el grifo.

Limpieza del hogar. Los fluidos también pueden depositarse en cualquier superficie cercana al enfermo: muebles, tiradores de puertas, teléfonos, ordenadores, interruptores de luz, etc. En este caso, la supervivencia del virus puede durar incluso días. Lo más aconsejable si se cuenta con un familiar enfermo es limpiar con asiduidad todas las superficies usando lejía, el mejor producto para desinfectar, y no utilizar los mismos trapos y bayetas para limpiar la habitación o el baño de la persona con gripe y del resto de la casa. La ventilación en estos casos también resulta fundamental, sobre todo en entornos cálidos.

Huir de los ambientes fríos y secos. Es preciso evitar la exposición prolongada al frío, así como los cambios bruscos de temperatura y las bebidas excesivamente frías. Por otro lado, los ambientes demasiado secos y las calefacciones resecan el ambiente y con ello, la nariz y garganta, haciendo que sean más susceptibles a las infecciones. La baja humedad también ayuda a las partículas virales a permanecer en el aire. Cuando el aire es húmedo, esas gotitas absorben agua, aumentan de tamaño y caen al suelo.

Cuidar las defensas con hábitos saludables. Además de vacunarse, no hay mejor remedio para tener las defensas a punto que cuidar la salud. ¿Cómo? Cuidando la alimentación (consumiendo frutas, verduras de temporada, productos lácteos y bebiendo dos litros de agua diarios), descansando lo suficiente, practicando ejercicio de forma asidua y evitando el tabaco, ya que no solo hace que aumenten las posibilidades de contraer el virus, también produce síntomas y secuelas más severas en caso de tener gripe.

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