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ENTREVISTA | Antúnez-Conde, médico zamorano: “La Medicina está vestida de ciencia pero su trasfondo es humanista”

La Secom-CyC acaba de premiar al joven médico zamorano por el uso de las nuevas tecnologías en intervenciones quirúrgicas.

El cirujano Raúl Antúnez Conde, pregonero de la Navidad en Zamora

La Sociedad Española de Cirugía Oral y Maxilofacial y de Cabeza y Cuello (Secom-CyC) acaba de premiar a Raúl Antúnez-Conde, médico zamorano de 28 años, por la comunicación sobre el ‘Uso de luz estructurada en cirugía reconstructiva de craneosinostosis’, presentada en el congreso nacional que se celebró los días 16 y 17 del pasado mes de octubre de forma telemática y en el que se valoró de forma especial el uso de las nuevas tecnologías en las intervenciones quirúrgicas.

El joven médico fue el encargado de presentar el trabajo desarrollado por el Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial del Hospital Universitario Gregorio Marañón, junto con el Servicio de Neurocirugía de ese mismo centro y el Departamento de Bioingeniería e Ingeniería Aeroespacial de la Universidad Carlos III de Madrid. Raúl forma parte de un equipo de una docena de médicos y seis residentes, con José Ignacio Salmerón como jefe del Servicio Oral y Maxilofacial y Santiago Ochandiano, como responsable de sección.

¿Quería ser médico de pequeño?

Quería ser muchas cosas y, entre ellas, siempre estuvo la vocación médica, aunque no fui capaz de verbalizarlo hasta los catorce o quince años. Había médicos amigos de la familia y, cuando mi abuela iba a revisiones o venía el médico a hacer curas, me gustaba ver cómo se limpiaban las heridas, cómo cicatrizaban y cómo respondí la gente a esos cuidados. Recuerdo que, en el colegio, cuando se caía un niño yo iba a ayudarle, le lavaba la herida y hacía, de forma espontánea, una serie de cosas automatizadas que hicieron darme cuenta de que lo que me gustaba era la medicina y, en especial, la cirugía.

Seguro que fue un buen alumno.

Sí. Estudié en el colegio San José de Calasanz y tuvo unos profesores fantásticos. Conservo relación con la mayoría de ellos y, sobre todo, con uno que fue muy especial para toda la clase y que, de hecho, es mi padrino, que se llama Rafael Bautista. Guardo un gratísimo recuerdo de aquellos años.

¿Cómo fue el camino desde la Facultad de Medicina de Salamanca hasta el Hospital Gregorio Marañón?

Llegué a la Facultad con mucha ilusión, hice todas las prácticas que permitieron, incluso en mi tiempo libre. Estuve muy vinculado al departamento de Psiquiatría, con la Cátedra del profesor Llorca, de la que fui alumno interno por oposición durante cuatro años. A pesar de no haber pretendido nunca ser psiquiatra, por el trasfondo humanístico de la Medicina, eso me enriqueció mucho. Aprendí mucho sobre la relación con los enfermos, familiares y compañeros. También me interesé académicamente por rescatar la Academia de Alumnos Internos de Medicina Salamanca, una institución centenaria que había desaparecido hacía décadas, y conseguimos su refundación en 2016

¿Qué relación mantiene con Zamora?

Toda la que puedo. Reconozco que en ciertos círculos me tachan de pesado con Zamora pero he conseguido atraer aquí a mucos amigos y procuro dar a conocer esta tierra maravillosa. Intento hacer el ejercicio mental de la opinión que tendría yo de Zamora si no hubiera nacido aquí y me cuesta porque me siento muy vinculado a Zamora y a Toro, que son mis lugares favoritos del mundo. Pero también me encantan Sanabria y Sayago, sitios tan variopintos, con sus gentes y sus costumbres, Siempre tuve interés, desde pequeño, por la etnografía, las costumbres populares, hice mis pinitos en varios grupos de danza tradicional... Me gusta mucho presumir de mi tierra.

¿Qué sitios muestra a la gente que trae a Zamora?

Me gusta distribuir la visita entre la Zamora medieval y la modernista. Me encantan la plaza de Sagasta, la plaza de Viriato, la Catedral y el Castillo.

Habrá visto la estatua de Eduardo Barrón recién instalada…

Sí, en la plaza de Sagasta, ‘Adán, tras el pecado’. Hay cierta polémica sobre su posición y ubicación pero creo que es un buen reconocimiento a este escultor, de Moraleja, que ha estado mucho tiempo bastante olvidado. Es el creador de un símbolo de Zamora, como es la estatua de Viriato.

Para que luego digan que la ciencia está separada de las humanidades.

Bueno, la Medicina está vestida de ciencia pero su trasfondo es humanista. Creo que hay que desarrollar mucho esa faceta porque enriquece y es una e las ramas más bonitas de mi profesión porque te da otra visión del mundo y de la sociedad.

Qué momento más duro ha escogido para destacar en sus investigaciones.

Es muy duro, sobre todo para el ámbito familiar. Hay mucha gente que sufre, familiares y amigos que se van y de los que ni siquiera puedes despedirte por cómo es esta enfermedad. La pandemia se añade a las dificultades que ya vivíamos antes, excepto en las grandes ciudades. En nuestro caso, Zamora y otros territorios ya presentaban unos indicadores malos antes de todo esto, con una decadencia, envejecimiento, tendencia a la despoblación, cierre de negocios, falta de iniciativas y de puestos de trabajo, que hace que la gente se vaya. Vengo siempre que puedo y veo locales cerrados, menos gente por las principales arterias de la ciudad y eso me duele. No me consuela pensar que las ciudades próximas están igual porque quiero que todo vaya a mejor. Vivimos un momento gris pero debemos tener esperanza y seguir luchando.

¿Espera seguir trabajando en España?

Me lo pregunto muchas veces. Por mi naturaleza, mis gustos y el arraigo en mi tierra y en España, creo que, si tuviera que marcharme, volvería en cuanto pudiera. La posibilidad de irse está ahí pero no se trata solo de la ambición por un determinado puesto de trabajo, sino, fundamentalmente, las ganas de desarrollar y aprender ciertas técnicas y procedimientos innovadores. Donde voy, procuro adaptarme y no suelo tener problemas porque me gusta conocer e integrante en sitios nuevos. De estudiante, estuve varios meses en Francia y en Chile, haciendo cirugía general, y en Italia, haciendo cirugía de cabeza y cuello. En cualquier caso, como en España, en ningún sitio y es aquí donde me gustaría desarrollar mi trabajo.

Ahora, que estamos tan sensibles con los comités de expertos, ¿cree que los gobernantes hacen caso a los políticos?

Creo que se toma en serio la palabra de los científicos y siempre es signo de garantía, algo favorable para la sociedad pero también creo que se tiene a la ciencia como consultora en momentos de necesidad. Al final, con la rutina de una situación como la que teníamos antes de la pandemia, la ciencia queda en segunda o decimoquinta fila. Y lo digo con cierto reparo porque no me considero un científico en mayúsculas, ni mucho menos. Ojalá algún día pueda cambiar de opinión.

Pues el premio que acaban de concederle responde a un trabajo innovador para mejorar la vida de bebés de escasos meses.

Bueno, es científico pero de una forma discreta. Es verdad que hacemos ciencia pero no para llamarnos ‘científicos’, sino para facilitar y mejorar la vida de las personas. Creo que el equipo con el que trabajo piensa así.

¿No podían encontrar una denominación más cercana que la de ‘Uso de luz estructurada en cirugía reconstructiva de craneosinostosis’?

(Risas). La verdad es que es un nombre poco agraciado. La luz, aunque uno piensa en la factura o la bombilla, no deja de ser una propiedad física que se puede utilizar de muchas formas. Ahí hacemos un trabajo, ayudados por un grupo fantástico de ingenieros e la Universidad Carlos III y, gracias a esa tecnología, utilizamos la luz como fuente emisora y receptora de información. Se proyecta una sobre una superficie, en este caso, la cabeza de uno niños con un problema de desarrollo de la bóveda craneal, una sutura precoz de las fontanelas y los huesos del cráneo, y, al mismo tiempo que se emite, se produce una recepción del patrón de luz conocido distorsionado por haber chocado con esa superficie. Gracias a la luz, sin irradiar, podemos obtener una imagen en 3D de la superficie de la cabeza del paciente. Lo habitual es una TAC, que tiene alta radiación pero, valorando el riesgo y el beneficio, se hace pero es estupendo poder conseguir una imagen sin irradiar.

¿Cuántas operaciones llevan con esta técnica?

Hemos operado a nueve pacientes y el resultado ha sido favorable, a más no poder, en todos los casos. Es una sensación muy satisfactoria haber hecho intervenciones tan exitosas. Reconforta ver a los padres del paciente y te vas a casa pensando que ha merecido la pena todo el esfuerzo. No se ha demostrado que la craneosinososis sin tratar tenga efectos neurológicos pero se producen deformidades craneales con importante repercusión social y psicológica, por el crecimiento irregular del cráneo.

¿Cuáles son los problemas más frecuentes a los que se enfrenta en su disciplina?

Lo más frecuente, en un centro de referencia como es el Gregorio Marañón, son los pacientes oncológicos. Operamos un altísimo porcentaje de cánceres avanzados de cabeza y cuello, haciendo reconstrucciones primarias. Por ejemplo, reconstruimos habitualmente mandíbula con peroné, se valora si se puede hacer un colgajo radial del antebrazo en un defecto intraoral… Los colgajos libres se adaptan al defecto y se anastomosan arterias y venas con microcirugía, con un microscopio especial.

¿Cómo se prepara un cirujano para un posible error?

Digamos que, en nuestra formación, está implícitamente saber afrontar situaciones de estrés, situaciones desesperadas y desagradables. Dentro de eso, está el error. A veces, te llevas sustos importantes. Por fortuna, en la mayoría de los casos, todo se queda en solo un susto. Si lees el prospecto de un medicamento vulgar puedes encontrarte con que hay posibilidades de morir por tomarlo, aunque es raro encontrar reacciones tan adversas. Lógicamente, la mejor forma de solucionar una complicación es no tenerla e intentamos minimizar todos los posibles errores para no enfrontarnos a un error irreparable.

¿Cómo se estructura el trabajo del equipo del que forma parte?

Se trata de un servicio que aborda prácticamente todas las subespecialidades de la propia especialidad. En general, todos los médicos adjuntos dominan gran variedad de técnicas y procedimientos, si bien hay algunos que están superespecializados en unas ramas mas concretas. La formación de los residentes, entre los que me encuentro, consiste en hacer un aprendizaje progresivo de las patologías más frecuentes, sobre todo de la cirugía oral, y después ir complementando todo eso con procesos más complejos de cirugía ortognática, cirugía oncológica, rehabilitación de implantes en pacientes oncológicos que, de hecho, somos uno de los pocos centros de España donde se hace y donde podemos disponer de una consulta específica para ello y, al final, es un aprendizaje progresivo, secuencias y cada vez ampliando el terreno de actuación.

¿En qué proyectos de investigación trabaja ahora?

Tenemos varios: uno de monitorización de las reconstrucciones microquirúrgicas que hacemos con varias pruebas de imagen; otro, sobre características de las infecciones cervicofaciales y estamos desarrollando alguno más.

Comentarios
Anónimo Hace 3 años (29/11/2020 21:16)
No me canso de agradecer que existan personas brillantes, inteligentes y buenas que luchan por que este mundo sea un poco mejor. Mucha suerte en tus proyectos y en tu vida. <br/>10
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