"El consumo excesivo de alcohol combinado con patrones de alimentación restrictivos y desordenados es extremadamente peligroso y puede aumentar dramáticamente el riesgo de desarrollar graves consecuencias físicas y psicológicas, que incluyen hipoglucemia, cirrosis hepática, déficits nutricionales, daño cerebral y cardíaco, fallas de memoria, desmayos, depresión y trastornos cognitivos", han avisado los investigadores, cuyo trabajo ha sido publicado en la revista 'Australian Psychologist'.
El estudio se realizó en dos etapas. En la primera se midió la prevalencia de actividades autoinformadas, compensatorias y restrictivas en relación con su consumo de alcohol; mientras que en la segunda etapa se identificó los esquemas de desadaptación temprana (EMS) de los participantes, o patrones de pensamiento, descubriendo que el subconjunto de esquemas más predictivos de drunkorexia eran el "autocontrol insuficiente", la "privación emocional" y el "aislamiento social".
"Es importante que los médicos, educadores, padres y amigos sean conscientes de los factores que motivan a las mujeres jóvenes a participar en este comportamiento dañino y peligroso, incluidas las normas culturales, las creencias que impulsan la autoestima, el sentido de pertenencia y la conexión interpersonal", han zanjado los investigadores.