En los meses de invierno, aumenta la incidencia del resfriado y de la gripe entre la población debido a los cambios bruscos de temperatura o al contagio, como principales causas, y las molestias por la mucosidad nasal, la nariz tapada, estornudos, dolor de garganta y cabeza, los principales síntomas.
En todos los casos anteriores, limita la vida diaria de los que lo sufren, especialmente si es gripe y no un simple resfriado, los que, de hecho, el 92% de las personas afirman conocer sus diferencias.
Independientemente de cuál sea la enfermedad, existen un decálogo creado por Cinfa para prevenir y aliviar los síntomas. En primer lugar, se debe descansar lo máximo posible. Dormir las horas necesarias permite que el organismo recupere fuerzas, especialmente si se presenta fiebre.
Además, es importante evitar el frío y la humedad ya que los virus prefieren estos ambientes, así como los cambios bruscos de temperatura y las bebidas muy frías. Lavarse las manos con frecuencia, con especial atención a la zona entre los dedos y debajo de las uñas es conveniente para no contagiarse.
La comida, y la incorporación de vitaminas y minerales como las frutas y verduras también ayudarán a prevenir las enfermedades, y beber mucho líquido, que ayuda a eliminar la mucosidad, prevenir la deshidratación y aliviar el dolor de garganta. Por el contrario, deben evitarse las bebidas alcohólicas.
El tabaco y los ambientes con humo irritan la garanta, por lo que se debe evitar. En cambio, es bueno hacer gárgaras con agua caliente con limón y miel, que calma el dolor de garganta y recurrir a soluciones salinas o vahos de eucalipto para la congestión. En el caso de niños pequeños, se recomienda el lavado nasal con suero fisiológico quince minutos antes de las comidas y antes de ir a dormir, para que puedan descansar correctamente.
Lo indispensable es, sin embargo, consultar al profesional sanitario y evitar la automedicación, así como ser responsable con los antibióticos que, además de que no son efectivos contra el catarro y la gripe, ya que estos están causados por virus y no por bacterias, el hecho de utilizarlos de manera incorrecta o frecuente puede provocar que tu organismo se haga resistente a ellos.