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Diez claves para tomar el sol de manera responsable

Se recomienda la exposición al sol en las horas de menor índice UV, generalmente antes de las 12 de la mañana y después de las 16 horas, así como el uso de protección solar para la piel teniendo en cuenta la producción de melanina que cada persona sea capaz de generar.

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La exposición al sol en los meses de verano potencia los efectos positivos y negativos que la radiación ultravioleta (UV) produce sobre la salud de las personas.

La luz ultravioleta se compone de radiación tipo UVA y UVB, estos últimos son los de mayor intensidad, y responsables de la mayoría de los efectos negativos y positivos que produce la luz solar en el organismo. El índice UV mide la intensidad de la radiación, que varía en función del día, la hora y el lugar.

El principal efecto positivo que la radiación UV produce sobre la piel es la síntesis de vitamina D. El 80% de los niveles de esta vitamina se obtienen mediante la síntesis cutánea gracias a la acción de los rayos UV. El 20% restante procede de fuentes alimentarias. La vitamina D es necesaria para la absorción de minerales como el calcio o el fósforo, ligados con la salud ósea y otros procesos metabólicos. Un nivel bajo de esta vitamina aumenta el riesgo de sufrir enfermedades como obesidad, diabetes o demencia.

Además, la exposición solar puede proteger la salud cardiovascular disminuyendo la tensión arterial, ya que aumenta la producción de óxido nítrico, un vasodilatador e inhibidor de la agregación plaquetaria. También tiene un efecto inmunosupresor que permite tratar en ocasiones casos de psoriasis, vitíligo, acné o eczemas. La luz solar también estimula la liberación de serotonina, regula el correcto funcionamiento de los ciclos circadianos y puede ayudar a prevenir la obesidad y otras enfermedades metabólicas.

En cuanto a los efectos negativos está el eritema solar o quemadura, que se genera tras una alta intensidad de rayos UV que penetran en las células de la piel alterando los procesos biológicos que afectan a su crecimiento y apariencia. La exposición solar también es el principal factor de riesgo de cáncer de piel y genera fotoenvejecimiento.

Íñigo Uriarte, farmacéutico del equipo de Melio, plataforma online de análisis de sangre, identifica las 10 claves para tomar el sol de manera responsable:

1. Antes de tomar el sol, consultar el índice UV (disponible en medios de predicción del tiempo). Esta información es muy útil para protegerse del sol correctamente.
2. Usar protección solar cuando el índice UV sea mayor de 3, y evitar exponerse al sol cuando sea mayor 8, y en caso de hacerlo, usar la máxima protección. En España, el índice UV es mayor entre las 12 y 16 horas. Los días nublados también pueden tener índices altos de radiación UV.
3. Usar los protectores solares correctamente y sin escatimar. Aplicarlo 20 minutos antes de la exposición y repetir la aplicación cada dos horas. El factor de protección o FPS indica la cantidad de radiación UV que llega a la piel y el número de veces que el protector aumenta la capacidad de protección frente a la radicación.
4. Protegerse del calor y la deshidratación. Las altas temperaturas activan mecanismos de compensación en el cuerpo como la sudoración y vasodilatación periférica, que pueden producir deshidratación, pérdida de electrolitos y sobrecarga cardiovascular. Se recomienda aumentar la ingesta de agua, no realizar ejercicio intenso en las horas de más calor y aun con protección, no exceder las dos horas de exposición continuada.
5. Revisar periódicamente las manchas o lunares de la piel. La exposición continuada al sol, especialmente de tipo B, produce efectos cancerígenos. Aunque las células cuentan con mecanismos de protección y reparación, la exposición de radiación es un factor de riesgo para el desarrollo de melanomas y otros procesos malignos de la piel.
6. Usar protectores solares de amplio espectro (UVB y UVA). Los rayos UVA, aunque sean de menor intensidad que los UVB, penetran más profundamente en la piel y generan envejecimiento de la piel (arrugas, piel áspera y manchas). La hidratación de la piel tras la exposición solar puede ayudar a prevenir este efecto.
7. Tomar el sol gradualmente. Entre los mecanismos de protección solar de las células cutáneas está la producción de melanina, un compuesto que absorbe la luz UV y que genera el bronceado de la piel. La mayor o menor producción de melanina depende de la genética de cada persona y su síntesis se produce gradualmente cuando tomamos el sol. Por eso se recomienda, empezar con poco tiempo al principio de verano e ir aumentando gradualmente (si se desea), según la piel produce melanina y se va adaptando.
8. Protección ocular. La radiación incide directamente sobre los ojos de tal manera que puede tener efectos perjudiciales a largo plazo sobre la retina. Para proteger la vista se recomienda el uso de gafas de sol que bloqueen el 100% de los rayos UV.
9. La dosis diaria óptima de vitamina D se puede obtener exponiendo manos, cara y brazos al sol sin protección durante 10 minutos en primavera y verano, 30 minutos en otoño y 120 minutos en invierno. Una exposición mayor no va a producir una mayor síntesis de vitamina D. No es necesario poner en peligro la piel para obtener la dosis óptima de vitamina D y se debe tener en cuenta que en los días nublados también puede haber un alto índice de radiación UV y, por lo tanto, tener los niveles de vitamina D bajo control.
10. Revisar los marcadores de salud. El calor puede afectar de manera más grave a las personas con obesidad, enfermedades crónicas o a aquellos que siguen determinados tratamientos médicos. Deben tener especial cuidado las personas con insuficiencia renal crónica ya que la deshidratación puede deteriorar la función renal. A través de un análisis de sangre se pueden analizar marcadores de salud como son la urea, la creatinina o el filtrado glomerular.

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