Plantean esta campaña “no solo para plasmar la clara diferencia de género que hay dentro de las aulas universitarias castellanoleonesas, sino que a su vez recalcamos que esta es una de las consecuencias de la desigualdad estructural resultante de las relaciones e imposiciones del sistema patriarcal que marca unos roles de género, en este caso materializándose como roles académicos”.
Según los datos que maneja esta coordinadora, ven cómo en la carrera de Educación social y aquellas referentes a la medicina y a la enfermería, relacionadas con el trabajo de cuidados tradicionalmente adjudicado al género femenino, las mujeres conforman una mayoría aplastante, de más del 71%. Sin embargo, los grados más feminizados son aquellos que tienen que ver con los negocios, la administración y el derecho, donde solo el 22,2% son hombres. Siguen la misma senda, aunque en menor medida, Artes y Humanidades, y las Ciencias sociales, con en torno a más de 6 mujeres por cada 10 estudiantes. En el otro lado, en los grados de ingeniería, industria y construcción el género masculino conforma el 70,2% del total, áreas donde típicamente los hombres han prevalecido.
Desde la Coordinadora de Estudiantes de Castilla y León inciden en que “esto solo es el reflejo de algo más grande: el patriarcado, siendo el sistema educativo un mero y simple reflejo de los roles impuestos y promovidos durante siglos. No quedando solo dentro de los centros y facultades, sino impregnando toda la estructura económica, sesgando en cuanto al género a muchos sectores productivos. Pero del mismo modo que entendemos que esta diferencia dentro de las universidades es un reflejo, entendemos la educación como una herramienta de transformación social”.
Por todo ello, según la coordinadora, “un requisito esencial para acabar con el patriarcado y el machismo es la creación de una educación pública popular que transmita unos valores feministas y que combata estos roles de género cristalizados en las carreras sesgadas por el género”.