Más de 37 millones de personas han respirado aire contaminado por ozono durante la primavera y el verano de 2016 en el Estado español. El informe sobre la contaminación por ozono de Ecologistas en Acción concluye que el 80% de la población y el 92% del territorio han estado este año expuestos a unos niveles de este contaminante que exceden lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

La coyuntura meteorológica, el cambio climático, el repunte del tráfico, el fraude en las emisiones de los automóviles y la apuesta gubernamental por las energías sucias en detrimento de las renovables, entre las causas de un problema que afecta de manera estructural a la salud de la ciudadanía, pero también a los cultivos y espacios naturales.

En Castilla y León se han recopilado los datos de 37 estaciones de control de la contaminación atmosférica. El ozono troposférico ha afectado a todo el territorio castellano y leonés, con casi todas las estaciones de medición registrando superaciones significativas del valor octohorario recomendado por la OMS. Un tercio de las estaciones que miden este contaminante ha registrado superaciones en más de 50 días, el doble de las 25 superaciones que se utilizan como referencia promedio anual en la normativa. Los peores registros se han dado, entre otros lugares, en El Maíllo. No obstante, ninguna estación ha superado el objetivo legal para la protección de la salud.

El cuadro general que presenta Castilla y León es el de dos áreas con una importante contaminación: una situada al norte, en el entorno de las centrales térmicas de León y Palencia, caracterizada por las emisiones contaminantes de estas actividades industriales (y en cuyas proximidades existen importantes núcleos de población como León y Ponferrada), y otra al sur de las provincias de Ávila, Salamanca, Segovia, Soria, Valladolid y Zamora, en la que la contaminación emitida desde la Comunidad de Madrid, el área industrial de Oporto y la ciudad de Valladolid se extiende en la forma de ozono troposférico, afectando a lugares muy alejados de estos focos de emisión. Como consecuencia, toda la población castellana y leonesa respira un aire perjudicial para la salud según las recomendaciones de la OMS.

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