Un nuevo informe sugiere que la persistencia de la "niebla mental" y otros síntomas neurológicos después de la recuperación de COVID-19 puede deberse al trastorno de estrés postraumático (TEPT), un efecto observado en anteriores brotes de coronavirus humanos como el SARS y el MERS.
Las personas que se han recuperado de COVID-19 a veces experimentan dificultades persistentes de concentración, así como dolores de cabeza, ansiedad, fatiga o interrupciones del sueño. Los pacientes pueden temer que la infección haya dañado permanentemente sus cerebros, pero los investigadores dicen que no es necesariamente así.
Un artículo escrito por el profesor clínico y neuropsicólogo Andrew Levine, de la Facultad de Medicina David Geffen de la UCLA (Estados Unidos), y la estudiante de posgrado Erin Kaseda, de la Universidad de Medicina y Ciencias Rosalind Franklin en Chicago (Estados Unidos), explora los datos históricos de los supervivientes de coronavirus anteriores, que causaron el SARS y el MERS. El trabajo ha sido publicado en la revista 'The Clinical Neuropsychologist'.
Si los síntomas se deben, aunque sea parcialmente, a una condición psiquiátrica como el TEPT, el tratamiento ayudará a manejar esos síntomas, y proporcionará una visión más clara de cualquier problema cerebral subyacente.
"Una vez que reciben tratamiento, y con suerte tienen alguna remisión de sus síntomas psiquiátricos, si las quejas cognitivas y los déficits en las pruebas neuropsicológicas siguen ahí, entonces eso es más evidencia de que algo más está pasando. Va a ser importante para los clínicos de todo el mundo mantenerse al día con la literatura que está saliendo, para asegurarse de que tienen la información más actualizada ya que estos sobrevivientes están empezando a presentarse a las pruebas neuropsicológicas", detalla Kaseda.
La investigadora comenzó a investigar esta cuestión basándose en su experiencia trabajando con pacientes con lesiones cerebrales traumáticas leves, como la conmoción cerebral. "Cuando estos síntomas persisten durante meses o años después de la lesión original, es mucho más probable que se deban a la presencia de un trastorno psiquiátrico", apunta.
Una revisión de los datos de los brotes de SARS y MERS mostró que esos supervivientes tenían un mayor riesgo de padecer TEPT. En el caso de COVID-19, los síntomas del TEPT pueden surgir en respuesta a las medidas invasivas necesarias para tratar a los pacientes, incluyendo la intubación y la ventilación, que pueden ser traumáticas para los pacientes temerosos. Otras veces, el delirio hace que los pacientes con COVID-19 sufran alucinaciones, y el recuerdo de estas sensaciones aterradoras sigue atormentando al paciente recuperado.
Además de los pacientes que han sido hospitalizados, los médicos pueden verse afectados de manera similar debido al estrés constante y el miedo que enfrentan en el trabajo. Y para algunas personas, la ansiedad de vivir una pandemia, estar aislado de los amigos y luchar contra el miedo constante a una amenaza invisible puede suponer un golpe similar para las habilidades de pensamiento y memoria.
Aunque un diagnóstico de TEPT puede no parecer una buena noticia, hay muchos tratamientos disponibles para el trastorno, incluyendo la psicoterapia y los medicamentos. En comparación, los investigadores siguen trabajando para comprender los efectos neurológicos directos de COVID-19. "Las opciones de tratamiento (para COVID) todavía están muy lejos, porque todavía es una situación en evolución", reflexiona Kaseda.